Campaña 100 días de avivamiento, día 13:
2 Pedro 1: 3-15:
"1.1 Primera de Pedro se escribió por la época en que el emperador romano Nerón inició su sanguinaria persecución de los cristianos. Segunda de Pedro se escribió dos o tres años más tarde (entre 66–68 d.C.), después que se intensificó la persecución. Primera de Pedro fue una carta de aliento para los cristianos que sufrían, pero Segunda de Pedro enfoca los problemas internos de la iglesia. Sobre todo se refiere a los falsos maestros que causaban dudas y alejamiento del cristianismo. Segunda de Pedro combate sus herejías denunciando los móviles malignos de los falsos maestros y reafirma las verdades cristianas: la autoridad de las Escrituras, la primacía de la fe y la certeza del regreso de Cristo.
1.2 Muchos creyentes quieren más de la gracia y la paz de Dios, pero no están dispuestos a esforzarse por conocerlo mejor mediante el estudio bíblico y la oración. Para disfrutar de los privilegios que Dios ofrece generosamente, tenemos «el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesucristo».
1.3, 4 El poder para crecer no viene de nuestro interior sino de Dios. Como no tenemos los recursos para ser verdaderamente espirituales, Dios nos permite «ser participantes de su naturaleza divina» a fin de protegernos del pecado y ayudarnos a vivir para Él. Cuando nacemos de nuevo, por medio de su Espíritu Dios nos capacita con su propia bondad moral. Véanse Juan 3.6; 14.17–23; 2 Corintios 5.21 y 1 Pedro 1.22, 23.
1.5–9 La fe tiene que ser más que creer en hechos ciertos; debe traducirse en acción, en desarrollo del carácter cristiano y en la práctica de la disciplina moral, o desaparecerá (Santiago 2.14–17). Pedro hace una lista de varios actos de fe: aprender a conocer mejor a Dios, cultivar la paciencia, hacer la voluntad de Dios, amar a los demás. Esos actos no se producen automáticamente; requieren arduo trabajo. No son opcionales; deben de ser parte constante de la vida cristiana. No terminamos con uno para luego empezar con el otro sino que nos ocupamos de todos juntos. Dios nos capacita y autoriza, pero nos da también la responsabilidad de aprender y crecer. No debemos sorprendernos ni resentirnos por el proceso.
1.6 Los falsos maestros decían que no era necesario el dominio propio porque las obras no ayudan a creer (2.19). Es verdad que las obras no pueden salvarnos, pero es absolutamente falso pensar que no son importantes. Somos salvos de modo que podemos crecer a la semejanza de Cristo y eso nos ayuda a servir a los demás. Dios quiere producir en nosotros su carácter amoroso; pero para hacerlo exige nuestra disciplina y nuestro esfuerzo. Cuando obedecemos a Cristo con la dirección de su Espíritu, cultivaremos el dominio propio, no sólo respecto a la comida y bebida, sino también con respecto a nuestras emociones.
1.9 Nuestra fe debe ir más allá de lo que creemos para convertirse en parte dinámica de nuestra vida, resultando en buenas obras y en madurez espiritual. La salvación no depende de las buenas obras pero se manifiesta en buenas obras. Una persona que dice que es salva, sin manifestar cambios, puede ser que no haya entendido lo que es la fe o lo que Dios nos ha dado.
1.10 Pedro quiso despertar a los creyentes satisfechos de sí mismos que habían prestado atención a los falsos maestros y que creían que, como la salvación no se basaba en buenas obras, podían vivir como quisieran. Si usted es de Dios, dice Pedro, lo probará su arduo trabajo. Si no se esfuerza por cultivar las cualidades mencionadas en 1.5–7, posiblemente no es de Él. Si usted pertenece al Señor, y su arduo trabajo respalda su afirmación de haber sido elegido por Dios («vocación y elección»), nunca será descarriado por los falsos maestros o el encanto del pecado.
1.12-15 Los entrenadores experimentados revisan constantemente lo fundamental del deporte con los integrantes de su equipo, y los buenos deportistas pueden ejecutar lo fundamental constantemente bien. En nuestra vida espiritual no debemos pasar por alto los fundamentos de nuestra fe cuando nos dedicamos a un estudio más profundo de las verdades bíblicas. Así como un deportista necesita practicar siempre, nosotros también necesitamos recordar constantemente los fundamentos de nuestra fe y sobre todo cómo llegamos a creer. No se canse ni impaciente con los mensajes relacionados con los fundamentos de la vida cristiana. Más bien, adopte la actitud del deportista que continúa la práctica y desarrolla lo fundamental aunque esté dedicado a aprender técnicas más avanzadas".
"1.1 Primera de Pedro se escribió por la época en que el emperador romano Nerón inició su sanguinaria persecución de los cristianos. Segunda de Pedro se escribió dos o tres años más tarde (entre 66–68 d.C.), después que se intensificó la persecución. Primera de Pedro fue una carta de aliento para los cristianos que sufrían, pero Segunda de Pedro enfoca los problemas internos de la iglesia. Sobre todo se refiere a los falsos maestros que causaban dudas y alejamiento del cristianismo. Segunda de Pedro combate sus herejías denunciando los móviles malignos de los falsos maestros y reafirma las verdades cristianas: la autoridad de las Escrituras, la primacía de la fe y la certeza del regreso de Cristo.
1.2 Muchos creyentes quieren más de la gracia y la paz de Dios, pero no están dispuestos a esforzarse por conocerlo mejor mediante el estudio bíblico y la oración. Para disfrutar de los privilegios que Dios ofrece generosamente, tenemos «el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesucristo».
1.3, 4 El poder para crecer no viene de nuestro interior sino de Dios. Como no tenemos los recursos para ser verdaderamente espirituales, Dios nos permite «ser participantes de su naturaleza divina» a fin de protegernos del pecado y ayudarnos a vivir para Él. Cuando nacemos de nuevo, por medio de su Espíritu Dios nos capacita con su propia bondad moral. Véanse Juan 3.6; 14.17–23; 2 Corintios 5.21 y 1 Pedro 1.22, 23.
1.5–9 La fe tiene que ser más que creer en hechos ciertos; debe traducirse en acción, en desarrollo del carácter cristiano y en la práctica de la disciplina moral, o desaparecerá (Santiago 2.14–17). Pedro hace una lista de varios actos de fe: aprender a conocer mejor a Dios, cultivar la paciencia, hacer la voluntad de Dios, amar a los demás. Esos actos no se producen automáticamente; requieren arduo trabajo. No son opcionales; deben de ser parte constante de la vida cristiana. No terminamos con uno para luego empezar con el otro sino que nos ocupamos de todos juntos. Dios nos capacita y autoriza, pero nos da también la responsabilidad de aprender y crecer. No debemos sorprendernos ni resentirnos por el proceso.
1.6 Los falsos maestros decían que no era necesario el dominio propio porque las obras no ayudan a creer (2.19). Es verdad que las obras no pueden salvarnos, pero es absolutamente falso pensar que no son importantes. Somos salvos de modo que podemos crecer a la semejanza de Cristo y eso nos ayuda a servir a los demás. Dios quiere producir en nosotros su carácter amoroso; pero para hacerlo exige nuestra disciplina y nuestro esfuerzo. Cuando obedecemos a Cristo con la dirección de su Espíritu, cultivaremos el dominio propio, no sólo respecto a la comida y bebida, sino también con respecto a nuestras emociones.
1.9 Nuestra fe debe ir más allá de lo que creemos para convertirse en parte dinámica de nuestra vida, resultando en buenas obras y en madurez espiritual. La salvación no depende de las buenas obras pero se manifiesta en buenas obras. Una persona que dice que es salva, sin manifestar cambios, puede ser que no haya entendido lo que es la fe o lo que Dios nos ha dado.
1.10 Pedro quiso despertar a los creyentes satisfechos de sí mismos que habían prestado atención a los falsos maestros y que creían que, como la salvación no se basaba en buenas obras, podían vivir como quisieran. Si usted es de Dios, dice Pedro, lo probará su arduo trabajo. Si no se esfuerza por cultivar las cualidades mencionadas en 1.5–7, posiblemente no es de Él. Si usted pertenece al Señor, y su arduo trabajo respalda su afirmación de haber sido elegido por Dios («vocación y elección»), nunca será descarriado por los falsos maestros o el encanto del pecado.
1.12-15 Los entrenadores experimentados revisan constantemente lo fundamental del deporte con los integrantes de su equipo, y los buenos deportistas pueden ejecutar lo fundamental constantemente bien. En nuestra vida espiritual no debemos pasar por alto los fundamentos de nuestra fe cuando nos dedicamos a un estudio más profundo de las verdades bíblicas. Así como un deportista necesita practicar siempre, nosotros también necesitamos recordar constantemente los fundamentos de nuestra fe y sobre todo cómo llegamos a creer. No se canse ni impaciente con los mensajes relacionados con los fundamentos de la vida cristiana. Más bien, adopte la actitud del deportista que continúa la práctica y desarrolla lo fundamental aunque esté dedicado a aprender técnicas más avanzadas".
(Biblia del diario vivir)