miércoles, 29 de agosto de 2007

Nehemías 1:
En el año 445 a.c. (poco después de Esdras), comenzó el trabajo de Nehemías; un hombre muy importante en la corte que no olvidó a su pueblo, sino que al contrario, asumió un verdadero compromiso involucrándose activamente en la restauración de su nación. Un verdadero hombre de Dios como lo fue Nehemías, no se conforma con estar bien él; se compromete y actúa bajo la dirección de Dios, hasta ver a su pueblo reconstruido, consolidado y próspero. Una vez más podemos notar, que lo primero fue la oración, la búsqueda de Dios, el ayuno. Siempre debemos empezar la restauración por la vida espiritual, de adentro hacia afuera; rescatar primero la relación con Dios, el amor y el servicio sincero a Él, y no simplemente una práctica ritual externa; volver a los principios y valores eternos de Su palabra. Cuando buscamos de corazón Al Señor, podemos confiar en que Él nos dará "buen éxito y gracia" como se lo pidió Nehemías (v. 11).


I. Nehemías ora por la obra (1)
A. El informe (vv. 1–3).
Como copero del rey, Nehemías (un judío) ostentaba una posición muy elevada en la corte. Estaba muy cerca del rey y podía gozar de su confianza. Pero Nehemías no se había olvidado de su pueblo, porque anhelantemente le pidió a su hermano noticias de Jerusalén. Léanse Salmos 122 y 137.5–6. ¡Ojalá los santos de hoy tuvieran tanto interés en su Jerusalén celestial! Las noticias eran tristes: el remanente sufría vergüenza, las murallas estaban destrozadas y las puertas quemadas. Véase Salmo 79.1–4. En lugar de ser una ciudad de alabanza y gloria, era una de vergüenza y reproche.
B. La respuesta (v. 4).
Nehemías de inmediato se preocupó por su ciudad. El hecho de que estuviera a más de 1.120 km de distancia no hacía diferencia; tampoco importó que disfrutara de lujo y prestigio en el palacio del rey. No dijo: «¡La suerte de la ciudad no es culpa mía!» De inmediato su corazón fue tocado y quería hacer algo para salvar a su ciudad. Durante cuatro meses (de diciembre a abril; véanse 1.1 y 2.1) lloró y oró. Véanse Daniel 9 y Esdras 9.
C. La petición (vv. 5–11).
Este libro muestra que Nehemías era un hombre de oración (1.4–11; 2.4; 4.4, 9; 5.19; 6.9, 14; 13.14, 22, 29, 31). El libro empieza y concluye con una oración. El versículo 6 nos dice que oraba día y noche, debido al peso que sentía por la ciudad. Nótese que Nehemías confesó sus pecados y los de su pueblo. También le recordó al Señor las promesas de su gracia (vv. 8–9) y luego se ofreció a ser el siervo de Dios para hacer algo respecto a la afligida Jerusalén. «Aquí estoy, Señor, envíame a mí». En el versículo 11 vemos que tiene fe para pedirle a Dios siervos, otros judíos que le ayuden en la tarea.
(Bosquejos expositivos de la Biblia)