En este capítulo encontramos el relato de algunos de los milagros que hizo el Señor por medio del profeta Eliseo. Primero, una viuda necesitada le pide ayuda para pagar las deudas que estaban a punto de llevar a dos de sus hijos a convertirse en siervos de los acreedores. Entonces el profeta le dio instrucciones para que llenara vasijas vacías con un poco de aceite que le quedaba: "Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite. 6 Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite. 7 Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede" . Luego, una mujer importante que no tenía hijos; quedó embarazada y recibió su hijo milagrosamente. Este hijo murió y fue resucitado por la oración de Eliseo: "Después subió y se tendió sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor. 35 Volviéndose luego, se paseó por la casa a una y otra parte, y después subió, y se tendió sobre él nuevamente, y el niño estornudó siete veces, y abrió sus ojos. 36 Entonces llamó él a Giezi, y le dijo: Llama a esta sunamita. Y él la llamó. Y entrando ella, él le dijo: Toma tu hijo". Después, un potaje envenenado fue purificado y lo pudieron comer sin peligro alguno. Finalmente, veinte panes fueron multiplicados para que comieran cien hombres y sobró. La vida de Eliseo se caracterizó por el poder de Dios que operaba en él y por medio de él para hacer grandes milagros, así como ocurrió con la de Elías. Es un gran ejemplo de cómo el liderazgo, la entrega a Dios, la vida de fe y obediencia, y el poder de Dios para ministrar a los necesitados y obrar milagros; se transmitieron de un líder (Elías) a su discípulo (Eliseo). Esa es precisamente la orden y también la promesa del Señor Jesús, poco antes de ascender al cielo en Mateo 28: 18-20: "Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén".