miércoles, 21 de marzo de 2007

Jueces 17:
La madre de Micaía había pronunciado una maldición por un dinero que se le perdió. Cuando Micaía le confiesa que él lo tiene y se lo devuelve, ella lo bendice. La Escritura enseña que los padres debemos y podemos bendecir a nuestros hijos. Declaremos cada día bendiciones sobre ellos, sabiendo que El Señor confirma esas bendiciones.
17.2 Micaía y su madre parecían ser buenos y morales y quizá hayan deseado sinceramente adorar a Dios, pero lo desobedecieron al seguir sus propios deseos en vez de hacer lo que Él quería. La actitud que prevalecía en los tiempos de Micaía era esta: «Cada uno hacía lo que bien le parecía» (17.6). Esto es notablemente similar a las actitudes que prevalecen en la actualidad. Pero Dios nos ha dado normas. No ha dejado nuestra conducta a criterios ni a opiniones. Podemos evitar conformarnos con las actitudes bajas que prevalecen en nuestra sociedad al tomar en serio los mandamientos de Dios y al aplicarlos a nuestras vidas. La independencia y la confianza en uno mismo son cualidades positivas, pero solo dentro del marco de las normas de Dios.
17.6 Hoy, como en los días de Micaía, todos parecen poner en primer lugar sus propios intereses. El tiempo no ha cambiado la naturaleza humana. La mayoría de la gente continúa rechazando el estilo de vida bueno que pide Dios. La gente en los tiempos de Micaía sustituyó la verdadera adoración a Dios con una versión de adoración casera. Como resultado, la justicia pronto se reemplazó con el mal y el caos. Pasar por alto las instrucciones de Dios nos puede llevar a la confusión y a la destrucción. Cualquiera que no se someta a Él terminará haciendo lo que en ese momento le parezca bueno. Esta tendencia está presente en todos. Para saber lo que es bueno y tener la fortaleza para hacerlo, necesitamos acercarnos a Dios y a su Palabra.
Barton, Dr. Bruce B., Editore, Biblia del Diario Vivir, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1996.