lunes, 14 de mayo de 2007


2 Samuel 12:
"Entonces se encendió el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte. 6Y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia" (v. 5, 6). Estas fueron las palabras de David cuando escuchó la historia que el profeta Natán le contó, y que simbolizaba lo que el mismo David había hecho: "Tú eres aquel hombre. Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Yo te ungí por rey sobre Israel, y te libré de la mano de Saúl, 8y te di la casa de tu señor, y las mujeres de tu señor en tu seno; además te di la casa de Israel y de Judá; y si esto fuera poco, te habría añadido mucho más. 9¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos? A Urías heteo heriste a espada, y tomaste por mujer a su mujer, y a él lo mataste con la espada de los hijos de Amón" (v. 7-9). El mismo David pronunció la sentencia por su pecado. Nuestra tendencia es a ver clara y fácilmente lo malo de los demás, pero no nuestros errores. Tendemos a ser muy estrictos con otros, pero indulgentes con nosotros mismos. Esto no debe ser así; bien dijo El Señor Jesús que debemos "mirar primero la viga en nuestro ojo y no la paja en el de los demás". El Señor tuvo misericordia de David y "remitió" sus pecados, pero las consecuencias vinieron sobre él y sobre su descendencia. Debemos tener clara esta realidad; por la obra de la cruz, recibimos perdón de pecados y vida eterna, pero nos toca asumir las consecuencias de lo que hacemos. La Biblia dice: "23Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 6:23), no lo olvidemos. Es nuestra la elección; muerto ó vida.
12.1ss Como profeta, Natán era requerido para confrontar el pecado, incluso el pecado de un rey. Se necesitó un gran valor, habilidad y tacto, para hablar con David de forma tal que lo hiciera ver sus malas acciones. Cuando tenga que confrontar a alguien con noticias desagradables, pida en oración valor, habilidad y tacto. Si quiere que esa persona responda de una manera constructiva, piense lo que va a decir. La forma en que usted presenta su mensaje es tan importante como lo que dice. Sazone sus palabras con sabiduría.
12.5, 6 Había pasado un año, para ese entonces David estaba tan insensible a sus propios pecados que no se dio cuenta que él era el villano en la historia de Natán. Las cualidades que condenamos en otros son a menudo nuestros propios defectos de carácter. ¿Qué amigos, socios o miembros de su familia le son difíciles de aceptar y fáciles de criticar? En vez de tratar de cambiarlos pídale a Dios que lo ayude a entender sus sentimientos, y a ver sus propios defectos con mayor claridad. Usted puede descubrir que al condenar a los demás, se ha condenado a sí mismo.
12.13 Durante este incidente, David escribió el Salmo 51, dándole un discernimiento valioso en su carácter, y ofreciéndonos una esperanza para nosotros también. No importa cuán miserable la culpabilidad lo haga sentirse o cuán terrible sea el pecado que ha cometido, usted puede volcar su corazón en Dios, y buscar su perdón como lo hizo David. Hay perdón para nosotros cuando pecamos. David también escribió el Salmo 32, que expresa el gozo que sintió después de ser perdonado.
12.14 David confesó, y se arrepintió de su pecado (12.13), pero el juicio de Dios fue que su niño muriera. Las consecuencias del pecado de David fueron irreversibles. En ocasiones no basta una disculpa. Cuando Dios nos perdona, y restaura nuestra relación con Él, no elimina las consecuencias de nuestras malas acciones. Quizá nos veamos tentados a decir: «si eso está mal, puedo pedirle perdón a Dios», pero debemos recordar que podemos echar a andar situaciones cuyas consecuencias no podremos revertir.
12.20–24 David no continuó viviendo en su pecado. Se volvió a Dios, y Él lo perdonó abriendo el camino para que comenzara su vida de nuevo. Hasta el nombre que Dios le dio a Salomón (Jedidías, «Amado de Jehová») era un recordatorio de la gracia de Dios (12.25). Cuando regresamos a Dios, aceptamos su perdón y cambiamos nuestra manera de vivir, Él nos da un fresco comienzo. Para sentirse perdonado como David, reconozca su pecado ante Dios y vuélvase a Él. Luego siga adelante en su vida cristiana, con un nuevo y fresco comienzo.

Barton, Dr. Bruce B., Editore, Biblia del Diario Vivir, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1996.