Nehemías tenía una posición privilegiada como funcionario de confianza del rey, influencia, una situación económica muy buena; pero esto no le impidió ser sensible a la necesidad de su pueblo que sufría, de su ciudad y país que estaban en una precaria situación. Le importaba y le dolía esa realidad, y estuvo dispuesto a sacrificar su comodidad y conveniencia, para luchar por una nueva realidad para los suyos: "¿Cómo no estará triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego?" (v. 2) Cuando el rey le preguntó por el motivo de su tristeza, él tuvo una respuesta clara y precisa, venía orando desde cuatro meses atrás, y tenía una visión y un plan específico: "Me dijo el rey: ¿Qué cosa pides? Entonces oré al Dios de los cielos, 5 y dije al rey: Si le place al rey, y tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, y la reedificaré. 6 Entonces el rey me dijo (y la reina estaba sentada junto a él): ¿Cuánto durará tu viaje, y cuándo volverás? Y agradó al rey enviarme, después que yo le señalé tiempo. 7 Además dije al rey: Si le place al rey, que se me den cartas para los gobernadores al otro lado del río, para que me franqueen el paso hasta que llegue a Judá; 8 y carta para Asaf guarda del bosque del rey, para que me dé madera para enmaderar las puertas del palacio de la casa, y para el muro de la ciudad, y la casa en que yo estaré. Y me lo concedió el rey, según la benéfica mano de mi Dios sobre mí" (v. 4- 8). Si hoy el Señor nos preguntara ¿qué cosa pides?, como le preguntó el rey a Nehemías, ¿cuál sería nuestra respuesta?, ¿tenemos claro lo que deseamos, lo que necesitamos?, ¿tenemos una visión y un plan?. La "benéfica mano de Dios" estuvo sobre Nehemías y su gestión no por casualidad o buena suerte; fue el resultado de una vida de oración y ayuno, de una visión clara, de un plan definido y específico, de un profundo compromiso y una acción consecuente y disciplinada.
"II. Nehemías hace preparativos para la obra (2)
Cuatro meses pasaron durante los cuales Nehemías esperó el tiempo de Dios para hablarle al rey. «El que creyere, no se apresure», dice Isaías 28.16. En verdad, la fe y la paciencia van juntas (Heb 6.12). Pero Nehemías tenía un plan en mente, que Dios le dio, y sabía exactamente qué hacer cuando llegara la hora precisa. Cuán similar al Señor Jesucristo (Jn 6.5–6).
A. Nehemías y el rey (vv. 1–8).
Nadie debía aparecer ante el rey triste ni con malas noticias (Est 4.1–2), pero el peso en el corazón de Nehemías se revelaba en su semblante. Era hombre con tristeza y el rey lo notó. Si no hubiera sido por la providencia de Dios, esta tristeza hubiera sido causa de muerte. Antes de presentarle a Artajerjes su carga, Nehemías rápidamente acude al trono de la gracia en oración; luego le dijo al rey lo que tenía en el corazón. Sabía que Dios abriría el camino (Pr 21.1). Con tanta perfección elaboró Nehemías su plan, que pudo darle al rey un itinerario, horario (v. 6) y una lista de los materiales que necesitaría para la tarea (vv. 7–8). ¡La poderosa mano de Dios (1.10) y la mano benéfica (2.8) hicieron lo imposible!
B. Nehemías y las ruinas (vv. 9–16).
Nehemías demoró tres meses para arribar a la ciudad y lo hizo como gobernador, no como siervo. Hombre de paciencia, Nehemías esperó tres días antes de dar cualquier paso. Los enemigos vigilaban y Nehemías tenía que ser sabio y cauto. Más adelante descubrió que algunos de los nobles de Judá eran aliados de Tobías, el enemigo de los judíos (6.17–19). Por la noche investigó la situación, guardando para sí su opinión. Estaba despierto cuando los demás dormían y preocupado cuando los demás estaban despreocupados. Vio más de la situación por la noche de lo que otros podían ver a la luz.
C. Nehemías y los judíos (vv. 17–20).
Nehemías no creía en el ministerio de un solo hombre; desafió a los líderes del remanente a que trabajaran junto con él (no para él) en la reparación de las murallas. ¿El motivo? «No estemos más en oprobio». Le preocupaba la gloria de Dios y el bien de la nación. Nehemías les mostró la necesidad, delineó la tarea y les aseguró la bendición de Dios. De inmediato surgió la oposición (como siempre ocurre), pero Nehemías sabía que la mano de Dios estaba sobre él y su trabajo".
(Bosquejos expositivos de la Biblia)