sábado, 21 de abril de 2007

1 Samuel 21:
David tuvo que huir de Saúl que había decidido matarlo. Una injusticia ya que David había sido un colaborador fiel de Saúl y lo único que había hecho era servir a su nación exponiendo su propia vida. Cuando sufrimos injusticias y adversidades, seguramente es muy difícil entender las razones. Es evidente en el contexto de la Escritura, que Dios no ideó, ni envió esta circunstancia a la vida de David. Lo que sí hizo El Señor fue ayudar a David, fortalecerlo, guiarlo; aún cuando cometió algunos errores, como por ejemplo mentir (v. 2). David buscó al Señor, desahogó en Él su corazón por medio de la oración. El Señor lo dirigió y lo guardó, como quiere hacer con cada uno de nosotros. Si está usted viviendo momentos difíciles (o cuando los viva), recuerde que El Señor es el refugio, la fortaleza, el poder, la sabiduría que necesitamos para hacer frente a nuestras luchas diarias. El salmo 56 fue escrito por David precisamente cuando estaba viviendo esta situación. Es un excelente modelo de la forma en que deberíamos orar cuando pasamos por tribulaciones:
SALMO 56
Oración de confianza
Al músico principal; sobre La paloma silenciosa en paraje muy distante. Mictam de David, cuando los filisteos le prendieron en Gat.
1 Ten misericordia de mí, oh Dios, porque me devoraría el hombre;
Me oprime combatiéndome cada día.
2 Todo el día mis enemigos me pisotean;
Porque muchos son los que pelean contra mí con soberbia.
3 En el día que temo,
Yo en ti confío.
4 En Dios alabaré su palabra;
En Dios he confiado; no temeré;
¿Qué puede hacerme el hombre?
5 Todos los días ellos pervierten mi causa;
Contra mí son todos sus pensamientos para mal.
6 Se reunen, se esconden,
Miran atentamente mis pasos,
Como quienes acechan a mi alma.
7 Pésalos según su iniquidad, oh Dios,
Y derriba en tu furor a los pueblos.
8 Mis huidas tú has contado;
Pon mis lágrimas en tu redoma;
¿No están ellas en tu libro?
9 Serán luego vueltos atrás mis enemigos, el día en que yo clamare;
Esto sé, que Dios está por mí.
10 En Dios alabaré su palabra;
En Jehová su palabra alabaré.
11 En Dios he confiado; no temeré;
¿Qué puede hacerme el hombre?
12 Sobre mí, oh Dios, están tus votos;
Te tributaré alabanzas.
13 Porque has librado mi alma de la muerte,
Y mis pies de caída,
Para que ande delante de Dios
En la luz de los que viven.
Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.

21.1ss Esta es la primera mención sobre Ahimelec. O era el Ahías mencionado en 14.3, 18, o lo más probable es que fuera el sucesor de Ahías. En cualquiera de los casos, Ahimelec tuvo que ir en contra de la Ley para dar el pan sagrado a David, ya que se suponía que era solo para los sacerdotes (Levítico 24.5–9). Sin embargo, Ahimelec puso la necesidad y la vida de David antes que la ceremonia religiosa y lo alimentó con el pan consagrado. Esto sustentaba una alta ley de caridad (Levítico 19.18). Siglos más tarde, Jesús se referiría a este incidente mostrando que la Ley de Dios no debía aplicarse sin compasión. La ley más grande de Dios es hacer el bien y salvar vidas (Mateo 12.1–8; Lucas 6.1–5).
21.2 David mintió para protegerse de Saúl (21.10). Algunos disculpan esta mentira porque estaban en guerra y el deber de un buen soldado es traicionar al enemigo. Pero en ninguna parte se perdona la mentira de David. Es más, sucedió lo opuesto ya que su mentira llevó a la muerte a ochenta y cinco sacerdotes (22.9–19). La pequeña mentira de David parecía bastante inofensiva, pero desencadenó una tragedia. La Biblia aclara muy bien que la mentira es pecado (Levítico 19.11). Mentir, al igual que otro pecado, es grave ante los ojos de Dios y puede conducirnos a toda clase de efectos dañinos. No le reste importancia a ningún pecado ni haga diferencias entre uno y otro. Todos los pecados deben evitarse aunque veamos o no sus posibles consecuencias.
Barton, Dr. Bruce B., Editore, Biblia del Diario Vivir, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1996.