viernes, 22 de junio de 2007

1 Reyes 18:
"Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra" (v. 21). Estas fueron las palabras del profeta Elías en el monte Carmelo, cuando confrontó la maldad, la falsa espiritualidad y la idolatría que dominaban en Israel desde varios años atrás. Cuando el rey Acab se encontró con Elías tuvo el descaro de decirle: ¿Eres tú el que turbas a Israel? (v. 17). Es fácil culpar a otros de los problemas y las tragedias que ocurren, en lugar de aceptar la responsabilidad nuestra y cambiar de actitud. Como bien le dijo Elías a acab, había sido él (Acab) y su familia, los que habían "turbado a Israel dejando los mandamientos de Jehová, y siguiendo a los baales" (v. 18). También es fácil tomar una actitud indiferente y una postura cómoda ante la realidad de nuestros pueblos, culpando a otros sin aceptar nuestra propia responsabilidad. No hacer nada por cambiar la situación, dejarnos llevar por la corriente de una cultura enferma y desajustada, haciendo lo que la mayoría hace como si fuera "normal". Es difícil levantarnos como lo hizo Elias y marcar la diferencia, proclamar la verdad y luchar contra la mentira, practicar verdaderos valores y principios y derrotar las tinieblas llevando la luz a esa cultura, empezando por nuestra propia vida y por nuestra familia. Es tiempo de dejar de "claudicar entre dos pensamientos", de definirnos por El Señor, por la verdad, por la justicia, por la obediencia a Su palabra, por ser fieles a Él a nuestros conyuges, a nuestros padres, a nuestros hijos. Vale la pena que lo hagamos, por nuestros hijos y por el futuro de nuestros países. En aquella época dice la Biblia, "Y el hambre era grave en Samaria" (v. 2). La sequía había producido pobreza, hambre, escasez. Hoy también vemos que en el mundo el hambre es grave; hambre física, hambre de paz, hambre de amor, hambre de propósito para vivir. El Señor dice aquí en este capítulo del libro de Reyes: "yo haré llover sobre la faz de la tierra" (v. 1). Oigamos Su voz y respondamos positivamente a Su llamado, y preparémonos "porque una lluvia grande se oye" (v. 41).