jueves, 3 de mayo de 2007

2 Samuel 2:
David tenía el buen hábito de consultar al Señor sobre lo que debía hacer. Ya muerto Saúl parecía demasiado obvio que David podía asumir el reino en todo Israel, pero él no lo dio por hecho sino que se aseguró, buscando la guía de Dios. Como siempre, El Señor le contestó diciéndole específicamente qué hacer. ¡Qué maravilla poder vivir de esta manera!, conociendo y sirviendo al Dios vivo, que habla, que se manifiesta, que nos conoce y sabe lo mejor para nosotros. Él promete estar con nosotros, dirigirnos y capacitarnos en todos los aspectos de nuestra vida. Esta es una vida de comunión con Él, de victorias, de propósito. Es vivir practicando lo que dice el salmo 37: 3-6: "3 Confía en Jehová, y haz el bien;
Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. 4 Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón. 5 Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará. 6 Exhibirá tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía".
Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.
2.1 Dios dijo a David que regresara a Hebrón, donde pronto sería coronado rey de Judá. David hizo de Hebrón su capital porque: (1) era la ciudad más grande de Judá en ese tiempo, (2) era segura contra los ataques, (3) estaba localizada cerca del centro del territorio de Judá, y (4) muchas rutas principales de comercio convergían en Hebrón, haciendo de esta manera difícil el corte de las líneas de suministro.
2.4 La tribu de Judá coronó públicamente a David como su rey. Samuel había ungido rey a David muchos años antes (1 Samuel 16.13), pero la unción había sido llevada a cabo en privado. Esta coronación fue como una toma de posesión de un funcionario público que ya había sido elegido para ese puesto. Sin embargo, el resto de Israel, no aceptó el reinado de David durante siete años y medio (2.10, 11).
2.21–23 Abner advirtió en repetidas ocasiones a Asael que regresara para no perder su vida, pero Asael se negó por el deber que se impuso a sí mismo. La persistencia es una cualidad buena si se usa para una buena causa. Pero si la meta es exclusivamente el honor personal o de algún beneficio, la persistencia puede no ser más que mera terquedad. La terquedad de Asael no solo le costó la vida, sino que además aceleró una desunión infortunada en el ejército de David en los años siguientes (3.26, 27; 1 Reyes 2.28–35). Antes de que decida alcanzar una meta, asegúrese de que la misma valga su devoción.
Barton, Dr. Bruce B., Editore, Biblia del Diario Vivir, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1996.