Jueces 15:
Sansón luchó contra los filisteos, más por motivos personales que por los propósitos de Dios. Necesitamos poner los planes y propósitos de Dios, por encima de los nuestros. El Señor de manera soberana, lo respaldó llenándolo con Su Espíritu y dándole la victoria. Pero Sansón no supo reconocerlo. Su gran fortaleza física le dificultó depender de Dios y confiar en Él. Se apoyó en sí mismo y no en Dios.
15.14–17 La fuerza de Jehová vino a Sansón, pero este en su arrogancia solo vio su propia fuerza. «Con la quijada de un asno maté a mil hombres» dijo, y luego pidió a Dios que lo refrescara por sus hazañas (15.16–18). La arrogancia logra que nos atribuyamos la gloria por las cosas que hicimos exclusivamente con el poder de Dios.
15.18 Sansón estaba exhausto tanto física como emocionalmente. Después de una gran victoria personal, su actitud pronto decayó hasta la auto compasión: «¿Y moriré yo ahora de sed?» Desde el punto de vista emocional, somos más vulnerables después de un gran esfuerzo o cuando nos enfrentamos a necesidades físicas reales. A las grandes hazañas siempre le sigue una severa depresión, así que no se sorprenda si usted se siente consumido después de una victoria personal.
Durante estos momentos de vulnerabilidad, evada la tentación de pensar que Dios le debe algo por sus esfuerzos. Fue su fuerza la que le dio la victoria. Concéntrese en mantener sus actitudes, acciones y palabras enfocadas en Dios y no en usted.
Barton, Dr. Bruce B., Editore, Biblia del Diario Vivir, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1996.