miércoles, 8 de agosto de 2007


2 Reyes 20:
Ezequías fue un hombre de Dios que hizo lo correcto ante Él, que gobernó rectamente y se mantuvo fiel en su vida personal y en su gestión pública. Pero, como todos nosotros, pasó por situaciones difíciles y dolorosas; como fue su enfermedad que por poco lo lleva a la muerte. De hecho, El Señor envió al profeta Isaías a anunciarle que debía prepararse para la muerte, pero una vez más, vemos cómo Ezequías respondió a esta situación con la oración: "Entonces él volvió su rostro a la pared, y oró a Jehová y dijo: 3 Te ruego, oh Jehová, te ruego que hagas memoria de que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho las cosas que te agradan. Y lloró Ezequías con gran lloro" (v. 2, 3). La oración humilde y sincera del rey fue escuchada y respondida inmediatamente por El Señor: "Y antes que Isaías saliese hasta la mitad del patio, vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo: 5 Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová. 6 Y añadiré a tus días quince años, y te libraré a ti y a esta ciudad de mano del rey de Asiria; y ampararé esta ciudad por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo" (v. 4- 6). Cuando Dios le envió a decir con Isaías que iba a morir, no estaba jugando; pero la oración movió al Señor a la decisión soberana de aumentar los días de vida a este hombre de Dios, otorgándole quince años más. Es un ejemplo hermoso de la clase de relación que Dios quiere tener con nosotros: un relación basada en el amor, expresado en nuestra obediencia y confianza en Él; en la que lo conozcamos y experimentemos Su ayuda, Su fortaleza, Su amor eterno; en la que recibamos Sus respuestas de amor.