Jueces 16:
El hombre que tenía una gran fuerza tenía también una gran debilidad. Se acostumbró a dejarse dominar por sus deseos. Los malos deseos al principio son como cachorros de león, que tenemos en nuestra casa como mascotas. Es inevitable que vivan en nuestra casa (por nuestra naturaleza pecaminosa). Pero podemos aprender a domarlos viviendo llenos del Espítu Santo; para que no nos controlen, sino al contrario, dominarlos nosotros. Eso fue lo que no aprendió Sansón, y esos malos deseos lo destruyeron.
La estrategia del enemigo (Satanás) es el engaño (v. 5). Su propósito es atarnos y dominarnos (v. 5). Conoce nuestras debilidades y va a estar diariamente "presionándonos e importunándonos" (v. 16). Si se lo permitimos (si "jugamos con el pecado" como Sansón); nuestra alma será "reducida a mortal angustia" y seremos vencidos. NO olvidemos que "el ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir" (Juan 10: 10)