viernes, 6 de abril de 2007

1 Samuel 8:
V. 3: "...pero no anduvieron los hijos en los caminos de su padre...". Es lamentable que los hijos de grandes hombres como Samuel, no siguieran su ejemplo. En ocasiones y en parte, se podría atribuir a errores de los padres. No hay padres perfectos. Pero independiente de esas fallas, nunca hay escusa para esos hijos; especialmente en casos como este en el que Samuel fue un buen ejemplo. Lo jóvenes tienen la oportunidad y la responsabilidad, de tomar la posta y dar continuidad a la misión que sus padres, que aman y sirven a Dios, iniciaron.
8.4–9 Israel quería un rey por varias razones: (1) los hijos de Samuel no eran los adecuados para guiar a Israel. (2) Las doce tribus de Israel continuamente tenían problemas al trabajar juntas porque cada una de ellas tenía su propio líder y territorio. Se esperaba que un rey uniría las tribus en una nación y en un ejército. (3) El pueblo quería ser como las naciones vecinas. Esto es exactamente lo que Dios no quería. El tener un rey facilitaría que se olvidaran de que Dios era su verdadero líder. No estaba mal que Israel pidiera un rey. Dios había mencionado la posibilidad en Deuteronomio 17.14–20. Pero, en realidad el pueblo estaba rechazando a Dios como su líder. Los israelitas querían leyes, un ejército y un monarca humano en el lugar de Dios. Querían administrar la nación con los recursos humanos, aun cuando sólo la fuerza de Dios podía hacerlos florecer en la hostil tierra de Canaán.
8.5, 6 El pueblo clamó por un rey, pensando que un nuevo sistema de gobierno traería consigo un cambio en la nación. Pero ya que su problema básico era la desobediencia a Dios, sus otros problemas continuarían bajo la nueva administración. Lo que necesitaban era una fe unificada y no un gobierno unificado.
Si los israelitas se hubieran sometido al liderazgo de Dios, habrían prosperado más allá de sus expectativas (Deuteronomio 28.1). Nuestra obediencia se debilita si pedimos a Dios que guíe a nuestra familia o vida personal, pero continuamos viviendo con los valores y normas del mundo. La fe en Dios debe tocar todas las áreas prácticas de nuestra vida.
Barton, Dr. Bruce B., Editore, Biblia del Diario Vivir, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1996.