sábado, 14 de abril de 2007

1 Samuel 14:
14.1ss En este capítulo leemos acerca del pobre trabajo que hizo Saúl como líder: no tuvo comunicación con Jonatán (14.1, 17), pronunció una maldición insensata (14.24) e ignoró el bienestar de sus propios soldados (14.31). El liderazgo deficiente de Saúl no fue el resultado de rasgos de personalidad, sino de un carácter espiritual en decadencia. Lo que hacemos es a menudo resultado directo de nuestra condición espiritual. No podemos ignorar la importancia del carácter espiritual en un liderazgo efectivo.
14.1 ¿Por qué iría Jonatán sólo a atacar a los filisteos? Jonatán pudo haber estado cansado del largo y desesperanzado empate en la batalla. Confiaba en que Dios daría la victoria y quiso actuar con base en esa confianza. Además sabía que el número de filisteos no era problema para Dios. Quizá no dijo a su padre nada acerca de su misión porque pensó que Saúl no lo hubiera dejado ir.
14.6 Jonatán y su escudero no representaban una fuerza que pudiera atacar al inmenso ejército filisteo. Pero mientras todos los demás tenían miedo, ellos confiaron en Dios, sabiendo que el tamaño del ejército enemigo no restringiría la capacidad de Dios para ayudarlos. Dios honró la fe y la acción valerosa de estos dos hombres con una victoria tremenda.
¿Se ha sentido alguna vez rodeado por el «enemigo» o ha enfrentado circunstancias abrumadoras? Dios no se intimida nunca por el tamaño del enemigo o por la complejidad de un problema. Con Él, siempre hay suficientes recursos para resistir las presiones y ganar las batallas. Si Dios lo ha llamado a actuar, comprometa valientemente con Dios los recursos que posea y deposite su confianza en Él para que le dé la victoria.
14.12 Jonatán no tenía la autoridad para guiar todas las tropas a la batalla, pero pudo comenzar una pequeña escaramuza en una esquina del campo enemigo. Cuando lo hizo, el pánico se apoderó de los filisteos. Los hebreos que habían sido reclutados en el ejército filisteo hicieron una revuelta y los hombres que se escondieron en las montañas recobraron su valor y regresaron para pelear.
Cuando se enfrente a un obstáculo que está más allá de su control, pregúntese: «¿Qué pasos puedo dar ahora para encontrar una solución?» Quizá unos pocos sean justamente lo que se necesita para echar a rodar la cadena de acciones que lo llevarán a la victoria final.
Barton, Dr. Bruce B., Editore, Biblia del Diario Vivir, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1996.