miércoles, 9 de mayo de 2007


2 Samuel 8:
"Y Jehová dio la victoria a David por dondequiera que fue" (v. 6 y 14). "Así ganó David fama" (v. 13).
Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.
David tenía grandes habilidades, destrezas, mucha experiencia como guerrero, hombres muy valientes a su lado, un gran equipo; pero fue Dios quien le dio la victoria. ¿Quisiéramos que Dios nos dé la victoria?, ¿cuál es la fama que hemos ganado?. La fama que David ganó fue de vencedor, de victorioso; pero sobre todo de amar, conocer y obedecer a Dios. La victoria fue el resultado. ¿Buscamos las victorias de Dios ó al Dios de las victorias?. Tal vez más importante que las victorias militares, fue la capacidad para organizar el país, para administrar, para dirigir un equipo de gente idónea, en las posiciones correctas; de manera que lo ganado en lo militar, no se perdiera por el mal manejo de los asuntos públicos. El versículo 15 dice: "Y reinó David sobre todo Israel; y David administraba justicia y equidad a todo su pueblo". Es más difícil mantener las victorias que lograrlas, gobernar y administrar sabiamente que conquistar. Recordemos que lo que necesitamos conquistar, gobernar y administrar sabiamente, es nuestra vida personal, nuestro hogar en primer lugar. Luego sí, podremos hacerlo hacia afuera, en lo público, en lo laboral, en lo profesional.