lunes, 2 de julio de 2007

1 Reyes 21:
El rey Acab quería la viña de su vecino Nabot, así que le propuso cambiársela por otra "mejor" ó comprársela. Nabot se negó dirigido por sus convicciones, basadas en el principio establecido por Dios de que la tierra no debía venderse, ya que era la heredad que debía pasar de generación en generación, como fuente de sustento para las familias. Entonces Acab reaccionó como un niño caprichoso, hizo una "rabieta" por no poder tener "lo quería". La esposa de Acab, por su parte, tramó todo un plan macabro, para que su marido tuviera lo que quería. Ordenó que se acusara falsamente a Nabot, para lo apedrearan y muriera; permitiendo así que la viña pudiera ser para Acab.
¡Cuántas injusticias, violencia, robos, asesinatos y otras maldades se cometen diariamente por la misma razón!. Adultos actuando como niños inmaduros, egoístas y caprichosos; queriendo satisfacer sus deseos a toda costa, a menudo sin importar que inocentes sufran las consecuencias. Cuántos niños maltratados y abusados por adultos, cuántas esposas maltratadas física o verbalmente por los hombres que deberían protegerlas y amarlas. Cuántas familias de bajos recursos que se empobrecen cada día más por el abuso de ricos y poderosos que los explotan porque quieren cada día más. Nuestra naturaleza egoísta no tiene límites cuando nos alejamos del Señor, de Su amor y los principios de su palabra; dejándonos llevar por los deseos desordenados, produciendo desastres personales, familiares y sociales.
El problema no era que Acab no tuviera una viña, tenía mejores y por eso le ofreció a Nabot "una mejor" (v. 2). También tenía dinero en abundancia pero no estaba contento. Abusó de su poder, de su posición que según la Escritura; debía usar para bien de los menos favorecidos, pero los usó para su propio beneficio.
Por otro lado, mirando el ejemplo de Nabot debemos preguntarnos, ¿qué estamos dispuestos a entregar o sacrificar por nuestras convicciones y principios. ¿Los negociamos fácilmente, o estamos dispuestos a hacerlos valer?. Nabot prefirió entregar su vida, ¿qué preferimos nosotros?.
También debemos notar la intervención del Señor, enviando al profeta a Elías a confrontar a Acab (v. 17-26). Dios juzgó esta maldad, intervino amonestando a Acab por medio de Elías, quien actuó correctamente cumpliendo su papel de profeta, al ponerse en contra de la maldad.