Campaña 100 días de avivamiento, día 34.
Génesis 22:
"La historia de Abraham llega a su punto más dramático. Cuando todo hacía pensar que la promesa se había cumplido, el hijo prometido tiene que ser ofrecido en sacrificio. Abraham se muestra dispuesto a cumplir esta orden divina; y por haberse mantenido fiel en el momento de la prueba suprema, llegó a ser el modelo de fe y de obediencia a la palabra del Señor.
Cf. Stg .21" (http://www.biblegateway.com/passage/?book_id=1&chapter=22&version=61#fes-RVR1995-549a).
La fe es demasiado importante en nuestra vida, es fundamental y trascendental para todo lo que somos y hacemos; y por esto El Señor guió y probó a Abraham para que su fe se desarrollara cada vez más. Efectivamente, la fe es como un "músculo" de nuestro espíritu que puede desarrollarse o atrofiarse, dependiendo de que la usemos y cuidemos, o no. Según la Escritura, El Señor nos da a cada uno una "medida de fe" que debe crecer, permitiéndonos crecer en la confianza misma, en nuestros dones y habilidades, en nuestro conocimiento de Él, y en logros y resultados tangibles; como ocurrió con Abraham en su caminar con Dios, que fue creciente y progresivo hasta llegar a este momento cumbre, en el que pasó una prueba realmente grande. Es evidente que Dios en ningún momento quiso que él matara a su hijo Isaac, por la manera en que le provee el carnero que lo sustituyó, por la orden de detenerse y no hacerle daño, y por lo que explica en el Nuevo Testamento en el capítulo 11 de Hebreos: "Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac: el que había recibido las promesas, ofrecía su unigénito, 18 habiéndosele dicho: «En Isaac te será llamada descendencia», 19 porque pensaba que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también lo volvió a recibir". El asunto es que Dios nos conoce lo suficiente como para saber hasta dónde estamos listos para ser probados, de manera que no nos pediría llegar más allá de lo que somos capaces en nuestra fe; Abraham conocía lo suficiente a Dios como para saber que si le había prometido ese hijo y se lo había dado, podía confiar en Él cuando le pidió que se lo entregara. Así mismo es impactante, el hecho de que Isaac no se resistió a su padre cuando lo amarró y lo puso sobre el altar; también lo conocía lo suficiente como confiar en él. Esta experiencia de Abraham e Isaac, tiene una gran importancia también, como un anuncio práctico de la muerte del Hijo de Dios por nosotros. Recordemos que El Señor Jesús es llamado por Juan el Bautista "El Cordero de Dios"; Él sí fue entregado por nosotros, Él sí murió para que nosotros no tengamos que morir, en la cruz del Calvario Dios Padre no "detuvo Su mano" como le ordenó hacerlo a Abraham. Necesitamos conocer lo suficiente Al Señor para confiar más en Él, andar con Él, permanecer más tiempo en Su presencia, oír más Su voz en Su palabra (la Biblia); para que nuestra fe crezca lo suficiente. El propósito de Dios es prepararnos para que estemos listos para recibir Sus bendiciones y promesas como Abraham. Al final el proceso termina con la confirmación de las promesas del Señor y de Su pacto con él: "Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto y no me has rehusado a tu hijo, tu único hijo, 17 de cierto te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; tu descendencia se adueñará de las puertas de sus enemigos. 18 En tu simiente[j] serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz" (v. 16- 18).