lunes, 30 de abril de 2007

1 Samuel 30:
Cuando David regresó al campamento con su ejército, encontró un panorama terrible. Una banda de Amalecitas había atacado la ciudad y el campamento y se había llevado a sus esposas y a sus hijos. David y todos los hombres lloraron hasta quedar sin fuerzas. La reacción de los hombres de David fue culparlo a él y pensaron en apedrearlo. Las situaciones duras y difíciles pueden enceguecernos y llevarnos a reaccionar de manera absurda. ¿Acaso lo importante era buscar un culpable?, ¿la solución era acusarse mutuamente o desquitarse con el líder?. En el evangelio de Juan capítulo 10 versículo 10 dice: "El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia".
Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.
Nuestra lucha hoy no es "contra carne y sangre" (efesios capítulo 6), es una lucha espiritual contra poderes sobrenaturales que buscan dañarnos a nosotros, nuestras familias y nuestra sociedad. Necesitamos reaccionar en la manera correcta a esos ataques, como lo hizo David: lo primero que hizo fue fortalecerse en Dios, pedir Su dirección y actuar diligentemente, con rapidez pero no con desesperación, enfocando sus esfuerzos y recursos en la dirección correcta, buscando rescatar a sus familias. Esa es nuestra misión, nuestra lucha y nuestro desafío hoy; ¡rescatar nuestras familias! de todas las amenazas actuales: divorcio, alcoholismo, drogadicción, violencia, infidelidad, aislamiento, etc. La sabiduría, la guía, los recursos ilimitados de Dios están a nuestro alcance para lograrlo. Aquel que dijo "Yo he venido para tengan vida y la tengan en abundancia", dio Su vida por nosotros, nos rescató, y está dispuesto a estar a nuestro lado en todas nuestras luchas. Búscalo, conócelo, ámalo y disfruta esa vida abundante que promete para cada uno de nosotros. No es una vida sin luchas y dificultades, pero sí es una vida en victoria sobre todas las circunstancias. Afirmémonos en Sus promesas: Romanos 8: 31,32, 37-39: "31¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? 32El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
37Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.