Efesios 4: 17-32:
"Los gentiles" aquí se aplica a todos aquellos que no son parte del pueblo de Dios, es decir la iglesia del Señor Jesús. Los versículos 17- 24 nos dan los principios del andar diario a quienes hemos conocido Al Señor Jesús, y nos hemos convertido por Su gracia y por Su amor, en Sus hijos, Su pueblo. Los versículos 25 al 32 nos dan los detalles de ese andar diario. Quienes no conocen a Cristo, no tienen más remedio que vivir "en la vanidad de su mente, 18 teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón" (v. 17 y 18); es decir, de acuerdo con sus equivocados criterios, con la mente oscurecida, sin poder gozar de la vida que viene de Dios, limitados por dos graves problemas internos: la ignorancia y la insensibilidad. Esta ignorancia de las cosas espirituales de Dios, denota no sólo la falta de conocimiento, sino también la renuencia en cuanto a conocer; de tal manera que aunque tengan en su mente conceptos acerca de Dios, no lo conocen. Las consecuencias son lamentables: pérdida de la sensibilidad, entrega desenfrenada a vicios, prácticas impuras, etc. El versículo 20 es enfático en afirmar que nosotros "no conocimos a Cristo para vivir así" (Biblia de estudio Dios habla hoy); al contrario, hemos oído el mensaje de Jesús para vivir como Él quiere, según la verdad que está en Jesús (v. 21). Esto implica "renunciar" a la anterior manera de vivir, "despojarnos" de lo que éramos, "renovarnos" espiritualmente cambiando la manera de pensar, y "revestirnos" de la nueva naturaleza que hemos recibido de Dios, que se distingue por la rectitud y la pureza. Los versículos 25 al 32 lo expresan de manera más práctica: no mentir más, no dejar que el enojo dure todo el día, no robar sino trabajar para ayudar a los necesitados, no decir malas palabras sino hablar en forma edificante, alejar del corazón la amargura, las malas pasiones, los enojos, los gritos, los insultos, y toda clase de maldad. Ser buenos, compasivos unos con otros y perdonarnos mutuamente. Cuando vivimos de esta manera, no entristecemos al Espíritu Santo, cuya presencia en nosotros es lo que nos "distinguirá como propiedad de Dios el día en que él nos dé la liberación definitiva" (Biblia de estudio Dios habla hoy).
"La primera parte de este capítulo describe la relación del creyente con la iglesia; ahora Pablo analiza la relación del creyente con el mundo. Ciertamente estamos «en Cristo» y somos una parte del cuerpo; pero también estamos en el mundo, donde hay tentación y contaminación. No podemos salir del mundo porque tenemos una responsabilidad de testificarle; sino que debemos andar en pureza y no permitir que el mundo nos contamine.
Pablo empieza con lo negativo: no andar de la manera que lo hacen los inconversos. Explica las razones por las cuales andan en impiedad: (1) su entendimiento está entenebrecido debido a que creen en mentiras y no han recibido la verdad; (2) están muertos espiritualmente; (3) se han entregado a cometer toda clase de pecados. Compare esta descripción con 2.1–3 y 2 Corintios 4. Pudiéramos resumir su condición diciendo que andaban de la manera errada debido a que no conocían la verdad y nunca habían recibido la vida. Sólo el Cristo de Juan 14.6 podía satisfacer sus necesidades espirituales.
La vida cristiana debe ser radicalmente diferente de la vida vieja. Pablo esperaba que los efesios experimentaran cambios y les hace tres admoniciones: «despojarse» (vv. 22–23); «vestirse» (v. 24) y «desechar» (vv. 25ss). Romanos 6 nos enseña que el viejo hombre ha sido crucificado y sepultado y que a medida que consideramos que esto es verdad, nos «despojamos» de ese viejo hombre. Dios ha hecho su parte; ahora nos resta que creamos lo que Él ha dicho y que «nos cambiemos de vestidos». La instrucción que Jesús dio respecto a Lázaro se aplica a cada creyente: «Desatadle [quítenle los vestuarios de sepultura], y dejadle ir». Pero no es suficiente morir a la vida vieja; también debe haber la resurrección y la manifestación de la vida nueva. Nos quitamos las «ropas de sepultura» de la vida vieja y nos vestimos de los «vestidos de la gracia» de la nueva vida. Somos parte de la nueva creación de Dios (v. 24 y 2.10) y por consiguiente andamos en vida nueva (Ro 6.4).
Debemos «desechar» (de una vez por todas) ciertos pecados y Pablo los menciona en 25ss. Nótese cómo liga cada mandamiento a una verdad espiritual: somos miembros los unos de los otros (v. 25); somos sellados para el día de la redención (v. 30); Dios nos ha perdonado (v. 32). La doctrina y el deber son bendiciones gemelas en la Biblia, tanto la riqueza del cristiano como su andar en Cristo.
Si pertenecemos a la verdad, ¿cómo podemos darnos a las mentiras? Satanás es el padre de toda mentira (Jn 8.44); sus espíritus hablan mentiras (1 Jn 2.21, 27); un día todo el mundo creerá en «la mentira» (2 Ts 2.9–11).
Hay una ira que no es pecado (Mc 3.5). Si nos encolerizamos contra las personas, hay lugar para el pecado; si nos enojamos contra el pecado y los principios pecaminosos, podemos mantener un andar santo. ¡Qué fácil es que los cristianos llamen «indignación santa» a sus arranques de cólera! La ira del hombre nunca produce la rectitud o justicia de Dios (Stg 1.20).
Darle lugar al diablo (v. 27) incluye tanto el mentir como la cólera; porque Satanás es mentiroso y homicida. ¿Nos damos cuenta de que las mentiras, la hipocresía y la cólera le dan a Satanás una entrada en nuestras vidas? Las mentiras y la cólera de Caín le llevó al homicidio (Gn 4).
El versículo 25 se liga con 1 Tesalonicenses 4.11 y 2 Tesalonicenses 3.6–12. El inconverso ladrón solía robar para complacerse; ahora que ha sido salvado debe trabajar para poder dar a otros. Este es el maravilloso cambio que genera la gracia en el corazón de una persona.
Nuestros labios deben hablar lo que edifica (Col 4.6; Sal 141.3). La corrupción de labios sólo denota corrupción del corazón. El Espíritu nos ha sellado (1.13, 14); no debemos entristecerlo al permitir que estos pecados de acción y actitud estén en nuestras vidas. En las Escrituras al Espíritu se le describe como una paloma (Jn 1.32) y esta es un ave limpia que ama la paz. Se debe eliminar la ira y la gritería mediante el amor y el perdón cristianos".
Pablo empieza con lo negativo: no andar de la manera que lo hacen los inconversos. Explica las razones por las cuales andan en impiedad: (1) su entendimiento está entenebrecido debido a que creen en mentiras y no han recibido la verdad; (2) están muertos espiritualmente; (3) se han entregado a cometer toda clase de pecados. Compare esta descripción con 2.1–3 y 2 Corintios 4. Pudiéramos resumir su condición diciendo que andaban de la manera errada debido a que no conocían la verdad y nunca habían recibido la vida. Sólo el Cristo de Juan 14.6 podía satisfacer sus necesidades espirituales.
La vida cristiana debe ser radicalmente diferente de la vida vieja. Pablo esperaba que los efesios experimentaran cambios y les hace tres admoniciones: «despojarse» (vv. 22–23); «vestirse» (v. 24) y «desechar» (vv. 25ss). Romanos 6 nos enseña que el viejo hombre ha sido crucificado y sepultado y que a medida que consideramos que esto es verdad, nos «despojamos» de ese viejo hombre. Dios ha hecho su parte; ahora nos resta que creamos lo que Él ha dicho y que «nos cambiemos de vestidos». La instrucción que Jesús dio respecto a Lázaro se aplica a cada creyente: «Desatadle [quítenle los vestuarios de sepultura], y dejadle ir». Pero no es suficiente morir a la vida vieja; también debe haber la resurrección y la manifestación de la vida nueva. Nos quitamos las «ropas de sepultura» de la vida vieja y nos vestimos de los «vestidos de la gracia» de la nueva vida. Somos parte de la nueva creación de Dios (v. 24 y 2.10) y por consiguiente andamos en vida nueva (Ro 6.4).
Debemos «desechar» (de una vez por todas) ciertos pecados y Pablo los menciona en 25ss. Nótese cómo liga cada mandamiento a una verdad espiritual: somos miembros los unos de los otros (v. 25); somos sellados para el día de la redención (v. 30); Dios nos ha perdonado (v. 32). La doctrina y el deber son bendiciones gemelas en la Biblia, tanto la riqueza del cristiano como su andar en Cristo.
Si pertenecemos a la verdad, ¿cómo podemos darnos a las mentiras? Satanás es el padre de toda mentira (Jn 8.44); sus espíritus hablan mentiras (1 Jn 2.21, 27); un día todo el mundo creerá en «la mentira» (2 Ts 2.9–11).
Hay una ira que no es pecado (Mc 3.5). Si nos encolerizamos contra las personas, hay lugar para el pecado; si nos enojamos contra el pecado y los principios pecaminosos, podemos mantener un andar santo. ¡Qué fácil es que los cristianos llamen «indignación santa» a sus arranques de cólera! La ira del hombre nunca produce la rectitud o justicia de Dios (Stg 1.20).
Darle lugar al diablo (v. 27) incluye tanto el mentir como la cólera; porque Satanás es mentiroso y homicida. ¿Nos damos cuenta de que las mentiras, la hipocresía y la cólera le dan a Satanás una entrada en nuestras vidas? Las mentiras y la cólera de Caín le llevó al homicidio (Gn 4).
El versículo 25 se liga con 1 Tesalonicenses 4.11 y 2 Tesalonicenses 3.6–12. El inconverso ladrón solía robar para complacerse; ahora que ha sido salvado debe trabajar para poder dar a otros. Este es el maravilloso cambio que genera la gracia en el corazón de una persona.
Nuestros labios deben hablar lo que edifica (Col 4.6; Sal 141.3). La corrupción de labios sólo denota corrupción del corazón. El Espíritu nos ha sellado (1.13, 14); no debemos entristecerlo al permitir que estos pecados de acción y actitud estén en nuestras vidas. En las Escrituras al Espíritu se le describe como una paloma (Jn 1.32) y esta es un ave limpia que ama la paz. Se debe eliminar la ira y la gritería mediante el amor y el perdón cristianos".
(Bosquejos expositivos de la Biblia)