miércoles, 20 de junio de 2007

1 Reyes 16:
"Yo te levanté del polvo y te puse como jefe de Israel, mi pueblo. Pero tú, al igual que Jeroboam, has hecho pecar a Israel, mi pueblo. Has provocado mi ira con tus pecados" (v. 2). A través de la historia de su pueblo, El Señor ha levantado a hombres y mujeres para que le sirvan en Sus planes y propósitos. Los ha levantado de su condición honrándolos y capacitándolos para hacer grandes cosas. Pero muchos de ellos, como Baasa, le han dado la espalda, han olvidado a Aquel que los amó, los bendijo y prosperó; lo que ha acarreado consecuencias lamentables para ellos y sus descendientes. En este versículo se enfatiza que el pueblo que gobernaba este rey, era "el pueblo de Dios" (mi pueblo, dice El Señor). Es una gran responsabilidad la de dirigir al pueblo de Dios, y aquellos que son puestos por Él en esa posición, necesitan vivir y actuar en manera consecuente con dicha responsabilidad. El Señor le dijo a Baasa: "he aquí yo barreré la posteridad de Baasa, y la posteridad de su casa; y pondré su casa como la casa de Jeroboam hijo de Nabat" (v. 3). El deseo de Dios es que nuestra posteridad reciba bendición y que por medio de ella, dejemos un buen legado a las siguientes generaciones; pero si no somos fieles a Él, sirviéndole y haciendo Su voluntad, ese propósito no se cumplirá. Dejemos una huella de bendición para las próximas generaciones
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