lunes, 17 de septiembre de 2007


CAMPAÑA 100 DÍAS DE AVIVAMIENTO, DÍA 2:
Juan 15: 1-8:
En su último mensaje antes de morir, El Señor Jesucristo enseñó a sus discípulos sobre la relación "viva" que ellos tenían y debían desarrollar con Él. Les enseñó que El Padre es el labrador, el dueño de la viña, el que la cuida. Él (El Señor Jesús) es la vid, el tronco, la planta. Nosotros somos los pámpanos, las ramas, los que debemos producir el fruto. Fue claro y directo al expresar que nosotros no podemos (aunque quisiéramos), producir fruto "por nosotros mismos", si no permanecemos en Él. También está claro en este pasaje, que lo que agrada y glorifica Al Padre, es que nuestra vida sea fructífera, productiva. Estaremos estudiando, profundizando y aplicando estas hermosas enseñanzas durante toda nuestra campaña "100 días de avivamiento"; te animamos a involucrarte, a participar, a disfrutar des este tiempo de despertar espiritual, de "oración eficaz y vida fructífera".
15.1 La vid es una planta prolífica; una sola vid produce muchas uvas. En el Antiguo Testamento, las uvas simbolizaban la capacidad de Israel de llevar fruto haciendo la obra de Dios en la tierra (Salmo 80.8; Isaías 5.1–7; Ezequiel 19.10–14). En la comida de Pascua, el fruto de la vid simbolizaba la bondad de Dios para con su pueblo.
15.2, 3 Jesús establece una diferencia entre dos tipos de poda: (1) quitar, y (2) limpiar las ramas. Las ramas que llevan fruto se limpian a fin de promover el crecimiento. En otras palabras, a veces Dios debe disciplinarnos para fortalecer nuestro carácter y nuestra fe. 15.5. El fruto no se limita a ganar almas. En este capítulo, la oración respondida, el gozo y el amor se mencionan como fruto (15.7, 11, 12). Gálatas 5.22–24 y 2 Pedro 1.5–8 describen frutos adicionales: cualidades del carácter cristiano.
(Biblia del diario vivir).

"15.1–8 El fruto que el labrador celestial desea para su pueblo es la semejanza con Cristo (véase Gl 5.22, 23). Para que una rama sea productiva tiene que ser podada; es decir, sometida a la beneficiosa disciplina del Padre (véase Heb 12.10) y debe mantenerse estrechamente unida a la vid (vv. 4, 5).
15.1 Este séptimo Yo soy, la última autodesignación de Jesús en este Evangelio, se repite en el v. 5, y describe la relación entre Jesús y sus discípulos. Su trasfondo es Isaías 5.1–7, donde se compara a Israel con un viñedo amorosamente cuidado por Dios. Pero a diferencia de Israel, Jesús es la vid verdadera; es decir, real, genuina.
15.7–11 Cuando permanecemos en Cristo nuestras oraciones son efectivas (v. 7), glorificamos a Dios llevando fruto (v. 8), evidenciamos nuestra condición de discípulos (vv. 8–10), y experimentamos la plenitud del gozo al recibir en nuestros corazones el gozo de Cristo (v. 11)".
(Biblia plenitud).