viernes, 31 de agosto de 2007


Nehemías 3:
La reconstrucción de la muralla de Jerusalén se logró, gracias a que cada familia asumió su parte de la obra, su responsabilidad específica, la restauración de la parte que les correspondía. Muchas obras nunca se inician, otras nunca se concluyen, otras se terminan mal; porque cada uno está esperando que los otros hagan, culpando a los demás por lo que no se hace, justificándose en los errores de otros para no asumir la propia responsabilidad. La obra de Dios a través de la historia, siempre ha sido un trabajo de equipo; donde cada uno con sus dones y capacidades especiales y diferentes, cumple su papel y ocupa su lugar. Entonces el equipo funciona, el rompe cabezas se completa, el engranaje rueda. A demás esto permite que el reconocimiento y la gloria se le dé al Señor y al equipo en conjunto, y no a una sola persona; evitando que se levanten "estrellas" o "figuras" que pretendan dominar a los demás y volverse el centro de atención.

"III. Nehemías prospera en la obra (3)
A. El modelo.
La obra se organizó y dirigió con los líderes espirituales a la cabeza (v. 1) y el pueblo cooperando. Dios vio a cada trabajador y anotó su nombre en el libro. Cada uno tenía un área específica de responsabilidad. Nadie podía hacerlo todo, pero cada uno podía hacer algo. Por supuesto, nunca se puede tener ciento por ciento de cooperación; en el versículo 5 hallamos a algunos de los nobles rehusando participar. Hubo cuarenta y dos grupos de trabajadores.
B. El pueblo.
Qué variedad de trabajadores: sacerdotes (v. 1), gobernantes (vv. 12–19), mujeres (v. 12), artesanos (vv. 8, 32) e incluso judíos de otras ciudades (vv. 2, 5, 7). Nótese que algunos estaban dispuestos a hacer trabajo extra (vv. 11, 19, 21, 24, 27, 30). Otros hicieron su trabajo en casa (vv. 10, 23, 28–30) y es allí donde debe empezar el servicio cristiano. Hubo trabajadores que fueron los únicos en su familia (v. 30) y algunos tuvieron más celo que otros (v. 20). Compare el versículo 11 con Esdras 10.31 y verá que incluso algunos de los descarriados se unieron en la obra.
C. Los lugares.
Hay una lección espiritual definida en cada una de las puertas. La puerta de las Ovejas (v. 1) nos recuerda el sacrificio de Cristo en la cruz (Jn 10). Esta fue la primera puerta que se reparó, porque sin sacrificio no hay salvación. Nótese que la puerta de las Ovejas no tenía cerraduras ni barras, porque la puerta de la salvación siempre está abierta para el pecador. Esta es la única puerta santificada, separada como una puerta especial. La puerta del Pescado (v. 3) nos recuerda ganar almas, de ser «pescadores de hombres» (Mc 1.17). La puerta Vieja (v. 6) nos habla de las sendas antiguas y de las antiguas verdades de la Palabra de Dios (Jer 6.16 y 18.15). La gente del mundo está siempre buscando «algo nuevo» (Hch 17.21) y rehúsan volver a las verdades básicas que son las que en realidad dan resultados. La puerta del Valle (v. 13) nos recuerda la humildad delante del Señor. En Filipenses 2 vemos a Cristo descendiendo de la gloria del cielo al valle de la limitación humana e incluso hasta la muerte. No disfrutamos del valle, pero a menudo Dios tiene que llevarnos allí para dar bendición a nuestras vidas.
El versículo 14 señala la puerta del Muladar. Es evidente que esta es la puerta por la cual se sacaban los desperdicios y desechos de la ciudad. ¡Imagínese qué difícil debe haber sido reparar la puerta en tal lugar! Sin duda esto nos habla de la limpieza de nuestras vidas (2 Co 7.1; Is 1.16–17). Más tarde algunos judíos se quejaron respecto a la basura; véase 4.10. La puerta de la Fuente (v. 15) ilustra el ministerio del Espíritu Santo; véase Juan 7.37–39. Es interesante notar el orden de estas puertas: primero hay humildad (puerta del Valle), luego limpieza (puerta del Muladar) y luego plenitud del Espíritu Santo (puerta de la Fuente). La puerta de las Aguas (v. 26) habla de la Palabra de Dios, que limpia al creyente (Ef 5.26; Sal 119.9). Nótese que esta es la séptima puerta mencionada y siete en la Biblia es el número de perfección: la perfecta Palabra de Dios. ¡Nótese también que esta puerta no necesitaba reparaciones! «Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos» (Sal 119.89).
La puerta de los Caballos (v. 28) da la idea de guerra. Sin duda hay batallas en la vida cristiana y debemos estar listos para luchar. Véase 2 Timoteo 2.1–4. La puerta Oriental (v. 29) nos hace pensar en la Segunda Venida de Cristo (Mt 24.27). En Ezequiel 10.16–22 el profeta vio que la gloria de Dios salía del templo por esta puerta; véase también 11.22–25. Pero más tarde (43.1–5) vio que la gloria de Dios regresaba «del oriente».
La puerta del Juicio (v. 31) habla del juicio de Dios. La palabra hebrea mifkad significa «designación, cuentas, censo, revista». Da la idea de las tropas listas para inspección. Sin duda Dios va a llamar a todas las almas a juicio un día.
Al examinar estas puertas y su orden se puede ver la sugerencia del cuadro completo de la vida cristiana, desde la puerta de las Ovejas (salvación) hasta el juicio final. ¡Alabado sea Dios porque el cristiano nunca enfrentará el juicio por sus pecados! Véanse Juan 5.24, Romanos 8.1–2".
(Bosquejos expositivos de la Biblia)