1 Samuel 10:
Saúl fue elegido por Dios para ser rey de Israel, fue ungido (v. 1), fue enviado a la compañía de profetas donde profetizó con ellos (v. 5, 10), fue mudado por Dios en otro hombre al venir sobre él el Espíritu Santo (6, 9, 10). En Pentecostés El Señor envió Su Espíritu sobre la iglesia y ahora Él habita en cada creyente, para mudarnos en otro hombre o mujer, y capacitarnos para el servicio. Necesitamos vivir llenos del Espíritu para ser efectivos en nuestra manera de vivir y en la obra de Dios, profetizando como Saúl (llevando Su palabra).
En el momento de ser reconocido públicamente como rey ante el pueblo, Saúl se escondió (v. 22). A veces nos escondemos de nuestras responsabilidades por temor, por inseguridad, porque nos sentimos incapaces o insuficientes. Pero debemos recordar que son la suficiencia y el poder de Dios en nosotros, los que nos capacitan para los grandes desafíos y oportunidades que Él pone en nuestro camino.