2 Samuel 9:
Esta es una hermosa historia de amor y misericordia del rey David, por un hombre que había perdido su posición de príncipe, había perdido a su padre (Jonatán) y a su abuelo (Saúl), y por un accidente había quedado lisiado. Es semejante a la historia del amor de Dios por nosotros, que habíamos perdido nuestra posición, nuestra relación con Él, estábamos condenados a vivir separados de Él y a sufrir las consecuencias del pecado. Estábamos perdidos y condenados, lisiados del alma y del espíritu. Pero la gran "buena noticia" es: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16).
Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.
Nuestro buen Dios decidió tener misericordia de nosotros, así como David de Mefi-boset. Decidió restaurarnos en nuestra relación con Él, convirtiéndonos en Sus hijos, llevándonos a la posición de "herederos de Dios y co-herederos con Cristo", a "comer a su mesa para siempre". También nos ha "restituído los bienes y derechos" que El Señor Jesús ganó en la cruz para nosotros. Es la mayor expresión de Su amor por nosotros: "...yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Juan 10:10b).
Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.
Vivamos agradecidos con Él, reconozcamos Su amor eterno y amémosle de corazón. Disfrutemos de la posición y de la relación que nos dio por medio de la obra redentora de Jesús por nosotros. Vengamos "a Su mesa" cada día y saciemos nuestra hambre y sed espiritual, en Su palabra. Vivamos en comunión con Él como hijos amados.