jueves, 21 de junio de 2007
1 Reyes 17:v. 1-7: Un gran personaje de la historia aparece en escena en este capítulo del libro. Se trata de el profeta Elías, quien fue enviado por Dios a anunciar al rey Acab (el más malo entre muchos malos reyes del reino del norte); que no llovería hasta que él lo dijera. Este anuncio era el juicio de Dios por la maldad de un rey que "hizo lo malo ante los ojos de Jehová, más que todos los que reinaron antes de él" (capítulo 16, versículo 30). Su esposa era una mujer pagana que lo dominaba y lo indujo a la idolatría, a la maldad. La sequía era la consecuencia de dejar al Dios verdadero y seguir y rendir culto a falsos dioses. Tres años consecutivos sin lluvia, significaban grandes problemas económicos, hambre, crisis. La aridez espiritual ahora se convertía en aridez física, y podemos imaginar todo lo que esto representó para cada familia y para toda la nación. El diseño de Dios no es este; es precisamente todo lo opuesto: que siendo fieles a Él, conociéndolo y obedeciendo a su palabra experimentemos abundancia, fertilidad en la tierra, que los ganados se multipliquen, que las familias tengan suficiente para suplir sus necesidades y aún, compartir con otras familias, que tengamos trabajo, que recojamos el fruto de nuestro esfuerzo. Precisamente en el capítulo 8, cuando Salomón dedicó el templo que construyó para el culto Al Señor, en su oración expresó: 35 Si el cielo se cerrare y no lloviere, por haber ellos pecado contra ti, y te rogaren en este lugar y confesaren tu nombre, y se volvieren del pecado, cuando los afligieres, 36 tú oirás en los cielos, y perdonarás el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, enseñándoles el buen camino en que anden; y darás lluvias sobre tu tierra, la cual diste a tu pueblo por heredad. 37 Si en la tierra hubiere hambre, pestilencia, tizoncillo, añublo, langosta o pulgón; si sus enemigos los sitiaren en la tierra en donde habiten; cualquier plaga o enfermedad que sea; 38 toda oración y toda súplica que hiciere cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel, cuando cualquiera sintiere la plaga en su corazón, y extendiere sus manos a esta casa, 39 tú oirás en los cielos, en el lugar de tu morada, y perdonarás, y actuarás, y darás a cada uno conforme a sus caminos, cuyo corazón tú conoces (porque sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres); 40 para que te teman todos los días que vivan sobre la faz de la tierra que tú diste a nuestros padres". Dios desea que podamos disfrutar de "cielos abiertos", que venga abundante lluvia que riegue nuestros campos y haga producir la tierra, que recojamos cosechas sin precedentes, que las industrias progresen y la economía crezca y nuestros países se desarrollen. Pero necesitamos volvernos al Dios verdadero, buscarlo, servirle y obedecerle.Es también una hermosa lección, la experiencia del profeta Elías en medio de esta época difícil; ya que aunque vivió en la misma sequía, fue sustentado por Dios mismo de manera sobrenatural. Él utilizó medios inesperados para llenar las necesidades de este hombre que confiaba y dependía de Él. Lo mismo promete hacer con nosotros si somos fieles a su palabra: sustentarnos, proveernos y protegernos aún en medio de las crisis económicas y sociales, utilizando medios que tal vez no imaginemos. Hoy nuestro desafío es vivir como lo hizo Elías.
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