viernes, 24 de agosto de 2007

Esdras 8:
"Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y él nos fue propicio" (v. 23). Una de las características más sobresalientes de Esdras, fue su vida de oración. Sabía que El Señor lo escuchaba y buscaba siempre Su ayuda, Su respuesta y bendición: "Y publiqué ayuno allí junto al río Ahava, para afligirnos delante de nuestro Dios, para solicitar de él camino derecho para nosotros, y para nuestros niños, y para todos nuestros bienes" (v. 21). Necesitamos desarrollar el hábito de buscar a Dios, de afligirnos en Su presencia con alguna frecuencia, reconociendo nuestras faltas y nuestra necesidad y dependencia de Él, volver nuestro corazón a Él y pedirle "camino derecho para nosotros, para nuestros niños y para todos nuestros bienes". A través del libro se repite una y otra vez la expresión "la mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros" (v. 31): La mano de Dios sobre nosotros significa Su ayuda, Su provisión, Su dirección, Su protección; sin las cuales estaríamos expuestos a los ataques del enemigo sin ninguna protección.
"El capítulo 8 menciona los nombres de las familias y los hombres que acompañaron a Esdras en su peligroso viaje a Jerusalén. Era importante que los levitas fueran también, porque era su deber estudiar la Palabra y enseñarla al pueblo. Por desgracia, Esdras tuvo que «reclutar» a algunos de los levitas, porque no querían ir voluntariamente (vv. 15–20). Esdras proclamó ayuno, porque sabía que sólo Dios podía prosperar su viaje. El mismo testimonio de la nación estaba en juego; porque Esdras le dijo al rey que no necesitaría escolta militar, por cuanto el Señor los cuidaría. Su ayuno y oración, así como la respuesta de Dios, debe ahora motivarnos a una conducta similar (vv. 21–23). Esdras escogió a veintidós hombres piadosos para llevar los tesoros (vv. 24–30) y les advirtió que Dios les pediría cuentas cuando llegaran a Jerusalén. Qué hermoso cuadro de la mayordomía cristiana de hoy. Dios nos ha confiado los tesoros espirituales y en el tribunal de Cristo daremos cuenta de nuestra mayordomía. El grupo partió en abril de 458 y llegó a Jerusalén en julio, viajando un promedio de 11 km diarios. El pueblo depositó los tesoros y se halló que cada hombre fue fiel. Atendieron la advertencia de Esdras: «¡Vigilad y guardadlos!» (8.29). (Bosquejos expositivos de la Biblia)