martes, 21 de agosto de 2007

Esdras 5:
La obra de Dios se había detenido por un tiempo, a causa de la oposición y ataques que sufrieron los reconstructores de la casa de Dios. Esta obra se reinició, cuando los profetas Hageo y Zacarías cumplieron su papel de anunciar, proclamar y declarar las palabras del Señor. La palabra de Dios tiene poder sobrenatural, es palabra creativa, palabra que transforma, sana y restaura; de manera que cuando es anunciada produce la "reactivación de la obra de Dios". Inmediatamente comenzaron a ocurrir cosas, a levantarse líderes, a moverse recursos: "Profetizaron Hageo y Zacarías hijo de Iddo, ambos profetas, a los judíos que estaban en Judá y en Jerusalén en el nombre del Dios de Israel quien estaba sobre ellos. 2 Entonces se levantaron Zorobabel hijo de Salatiel y Jesúa hijo de Josadac, y comenzaron a reedificar la casa de Dios que estaba en Jerusalén; y con ellos los profetas de Dios que les ayudaban" (v. 1,2). Entonces los que trabajaban en la obra fueron cuestionados, pero la obra no se detuvo porque "...los ojos de Dios estaban sobre los ancianos de los judíos..." (v.5). La respuesta que dieron a los cuestionamientos sobre su labor, deja ver que actuaban por convicciones muy claras a cerca de Dios, de su llamado y de su trabajo: "Nosotros somos siervos del Dios del cielo y de la tierra, y reedificamos la casa que ya muchos años antes había sido edificada, la cual edificó y terminó el gran rey de Israel" (v. 11). En nuestro servicio a Dios debemos movernos bajo los mismos principios: anunciar, proclamar y declarar Su palabra, trabajar por convicción de acuerdo con nuestro llamado, recordando que "somos siervos del Dios del cielo", confiar en Sus promesas y depender de Él en todo.

"5.1 En los libros de la Biblia que llevan sus nombres se pueden encontrar más detalles acerca de la obra y los mensajes de Hageo y Zacarías.
5.1, 2 «Y con ellos los profetas de Dios que les ayudaban» En ocasiones, Dios envía profetas para que alienten y fortalezcan a su pueblo. Para lograr esto, Hageo y Zacarías no sólo predicaron, sino que también se involucraron en el trabajo. En la iglesia de hoy, Dios designa voces proféticas que nos ayudan con nuestro trabajo (Efesios 4.11–13). Su ministerio tiene el mismo efecto en nosotros como lo tuvo el de Hageo y el de Zacarías en Israel. «El que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación» (1 Corintios 14.3). A su vez nosotros debemos alentar a aquellos que nos traen las palabras de Dios.
5.3-5 Los no judíos que vivían cerca intentaron detener la construcción del templo. Pero mientras continuaba el debate legal y la decisión estaba bajo apelación, los judíos siguieron trabajando. Cuando hacemos la obra de Dios, quizá otros estén tratando de retrasarnos, confundirnos o frustrarnos, pero podemos proseguir con confianza. Dios llevará a cabo sus propósitos en nuestro mundo, sin importar quienes estén en desacuerdo. Así como los ojos de Dios estaban sobre los ancianos judíos, también lo están sobre usted. Concéntrese en los propósitos de Dios y no se desvíe por intrigas o calumnias.
5.11 Mientras reconstruían el templo, los trabajadores fueron confrontados por el gobernador designado por los persas, demandando saber quién les había dado permiso para su proyecto de construcción (5.3). Esto pudo haberlos intimidado, pero como sabemos por su carta, respondieron valientemente: «Nosotros somos siervos del Dios del cielo y de la tierra».
No siempre es fácil hablar de nuestra fe en un mundo incrédulo, pero debemos hacerlo. La forma en la que debemos lidiar con la presión y la intimidación es reconociendo que somos obreros de Dios. Nuestra lealtad debe ser primero con Él, y después con la gente. Cuando contemplamos las reacciones y las críticas de la gente hostil, el miedo puede paralizarnos. Si tratamos de no ofender a nadie o de complacer a todos, no seremos efectivos. Dios es nuestro líder, y sus recompensas son las más importantes. Así es que no se intimide. Permita que los demás sepan por medio de sus acciones y palabras a quién realmente sirve"
(Biblia del diario vivir)