Lo primero que hicieron los judíos que habían venido para reconstruir la nación, fue "edificar el altar del Dios de Israel": "Entonces se levantaron Jesúa hijo de Josadac y sus hermanos los sacerdotes, y Zorobabel hijo de Salatiel y sus hermanos, y edificaron el altar del Dios de Israel, para ofrecer sobre él holocaustos, como está escrito en la ley de Moisés varón de Dios" (v. 2). Nuestro corazón y nuestro hogar, deben ser "altares del Dios de Israel", donde Él sea levantado, exaltado y reconocido. Es probable que en muchos casos, el corazón sea un altar del odio, los celos, la mentira, la inmoralidad, la impureza, el amor al dinero, etc. ¿Qué hemos "levantado" en nuestro corazón"?, ¿a qué le rendimos culto?. El orden lógico de la reconstrucción es, primero reconstruir la vida espiritual, el culto al único y verdadero Dios, luego, reconstruir las familias y entonces viene la reconstrucción social. La obra de Dios debe "activarse", y El mismo Señor es quien mueve los recursos totales: dinero, obreros, especialistas, equipos, etc. "Y dieron dinero a los albañiles y carpinteros; asimismo comida, bebida y aceite a los sidonios y tirios para que trajesen madera de cedro desde el Líbano por mar a Jope, conforme a la voluntad de Ciro rey de Persia acerca de esto. 8 En el año segundo de su venida a la casa de Dios en Jerusalén, en el mes segundo, comenzaron Zorobabel hijo de Salatiel, Jesúa hijo de Josadac y los otros sus hermanos, los sacerdotes y los levitas, y todos los que habían venido de la cautividad a Jerusalén; y pusieron a los levitas de veinte años arriba para que activasen la obra de la casa de Jehová" (v. 7, 8). No nos detengamos pensando en lo que no tenemos o no podemos, porque El Señor está con nosotros y Él todo lo puede. Pongamos "manos a la obra" y empecemos a ver las respuestas y los milagros del Señor. Cuando cada uno en su función, asume su parte de la obra; unos en la alabanza, otros en la administración, otros dirigiendo; se produce gran gozo y entusiasmo al ver la obra de Dios funcionando, creciendo, avanzando: "Y cuando los albañiles del templo de Jehová echaban los cimientos, pusieron a los sacerdotes vestidos de sus ropas y con trompetas, y a los levitas hijos de Asaf con címbalos, para que alabasen a Jehová, según la ordenanza de David rey de Israel. 11 Y cantaban, alabando y dando gracias a Jehová, y diciendo: Porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel. Y todo el pueblo aclamaba con gran júbilo, alabando a Jehová porque se echaban los cimientos de la casa de Jehová. 12 Y muchos de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas paternas, ancianos que habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría. 13 Y no podía distinguir el pueblo el clamor de los gritos de alegría, de la voz del lloro; porque clamaba el pueblo con gran júbilo, y se oía el ruido hasta de lejos" (v. 10- 13).
A. Establecimiento del altar (vv. 1–6).
El altar era el centro de la adoración judía porque sin sus sacrificios no podían acercarse a Dios ni esperar su bendición. Los exilados temían a sus poderosos vecinos, pero sabían que Dios los protegería si le obedecían. Usted recordará que Elías había levantado de nuevo el altar (1 R 18.30ss). Josué y Zorobabel guiaron al pueblo a establecer los sacrificios y también a observar las festividades. Era el séptimo mes (nuestro septiembre-octubre), el mes de la Fiesta de las Trompetas y de la Fiesta de los Tabernáculos (Nm 29.1–6; Lv 23.23–25).
B. Colocación de los cimientos (vv. 7–13).
El pueblo evidentemente ofrendaba, añadiéndolas a los regalos del rey (1.5–11) que también proveía los materiales para reconstruir el templo. En el año 535 empezaron la obra, en el segundo mes (nuestro abril-mayo). Los levitas estaban al frente de la obra, ayudando a los otros trabajadores en la tarea. Tan agradecido estaba el pueblo que cantaron y gritaron cuando se colocaron los cimientos. Dios estaba haciendo lo imposible en esta situación (Jer 33.1–11). Por supuesto, habían ancianos que recordaban el templo anterior y su gloria, y no pudieron sino llorar al ver la sencillez de este segundo templo (véase Hag 2.3). Sin embargo, no es bueno vivir en el pasado (Bosquejos expositivos de la Biblia).