viernes, 13 de abril de 2007

1 Samuel 13:
Saúl tomó la iniciativa de organizar un ejército después de dos años de estar gobernando. Los filisteos los oprimían duramente por mucho tiempo y fue su hijo Jonatán el que tomó la iniciativa de atacarlos (v. 1-3). Sabemos que nuestra lucha hoy no es contra personas, sino contra grandes males que amenazan al individuo, la familia y la sociedad (violencia, mentira, corrupción, etc.). Atrevámonos a luchar, a tomar la iniciativa de hacerle frente a todo eso.
El pueblo respondió al llamado de Saúl para la guerra y acudieron, pero estaban asustados porque las posibilidades que tenían eran mínimas ante las fuerzas de los filisteos. Muchos decidieron esconderse (v. 6) y otros iban con Saúl pero temblando de miedo (v. 4-7).
Por la premura de la situación Saúl cometió un grave error, asumiendo algo que le correspondía exclusivamente al profeta Samuel. No supo esperar "el cómo y el cuándo de Dios". Samuel le dijo: " Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. 14Mas ahora tu reino no será duradero". Si queremos victorias, logros y alcances duraderos, debemos actuar a la manera de Dios y no a la nuestra. Luchar en Su fuerza y no en la nuestra, mirar las circunstancias desde Su perspectiva y no desde la nuestra.
El ejército de Israel además de ser menor en número, estaba desarmado. Sin embargo veremos en el capítulo siguiente, que Dios les dio una victoria sobrenatural. Si somos diligentes en hacer nuestra parte a la manera de Dios; Él hará lo que nosotros no podemos, con Su poder y recursos sobrenaturales.
Ahora le llegó a Israel el día de congregarse en Gilgal como Samuel y Saúl acordaron meses antes (10.8). Nótese cómo Saúl se adjudica la victoria que obtuvo su hijo en Gabaa para impresionar al pueblo y lograr que lo siguieran. La vasta horda de filisteos empezó a reunirse, y mientras más esperaba Saúl, más peligrosa se ponía su situación. Si atacaba de inmediato, podía derrotar al enemigo, pero su demora sólo les daba la oportunidad de fortalecerse. La impaciencia (e incredulidad) de Saúl le condujo a actuar sin Samuel de modo que cuando Saúl estaba ofreciendo el sacrificio apareció el profeta. Los versículos 11–12 narran las excusas de Saúl mientras trataba de echarle la culpa a Samuel y al pueblo. «¡Me esforcé!», le dijo a Samuel, pero el profeta sabía la verdad. Este era el principio del fin: si Dios no podía confiar en él para algo tan pequeño, ¿cómo podría confiarle el reino? La impaciencia de Saúl le costó el reino
Wiersbe, Warren W., Bosquejos Expositivos de la Biblia, AT y NT, (Nashville, TN: Editorial Caribe Inc.) 2000, c1995.