jueves, 13 de septiembre de 2007


Nehemías 9:
"La oración en el capítulo 9 es un resumen espiritual de la historia de los judíos del AT: la creación (v. 6), el llamado de Abraham (vv. 7–8), el éxodo (vv. 9–14), las experiencias de la nación en el desierto (vv. 15–23), la conquista de la tierra (vv. 24–25), el período de los jueces (vv. 26–29), el período de los profetas hasta el cautiverio (vv. 30–31). «Ahora pues» (v. 32) nos trae al día de Esdras y a la necesidad de la nación de arrepentirse y confesar sus pecados. Note en el versículo 36 que los judíos admiten que las «profecías de liberación» de Isaías y Jeremías no se aplicaban a su regreso del cautiverio. Se aplicarán en una fecha futura cuando Dios reúna a Israel de nuevo en Palestina. El capítulo 10 nos da los nombres de los valientes y consagrados que entraron en pacto con Dios aquel día. Es difícil que se dieran cuenta de que sus nombres quedarían anotados eternamente en la Palabra. En los versículos 28–39 vemos al pueblo aplicando la Palabra a sus vidas diarias. Una cosa es orar y firmar un pacto, y otra muy diferente separarse del mal, enderezar nuestros hogares (vv. 28–30), honrar los mandamientos (v. 31), contribuir para la casa de Dios (vv. 32–33) y servir a Dios con los diezmos y ofrendas (vv. 34–39). Demasiadas «conferencias bíblicas» terminan con la gente emocionada y bendecida, pero sin que obedezcan lo que han oído"
(Bosquejos expositivos de la Biblia)

9.2, 3 Los hebreos practicaban la confesión pública en que reconocían sus pecados. El leer y estudiar la Palabra de Dios precede a la confesión (véase 8.18) debido a que Dios puede mostrarnos por medio de su Palabra en qué estamos pecando. La confesión sincera precede a la verdadera adoración debido a que no podemos tener una correcta relación con Dios si estamos reteniendo ciertos pecados en nuestra vida.
9.7-38 Muchas oraciones y discursos en la Biblia incluyen un extenso resumen de la historia de Israel, ya que los individuos no tenían ejemplares de la Biblia como los tenemos hoy día. Este resumen de las obras de Dios del pasado recordó al pueblo su gran herencia y las promesas de Dios.
Es esencial que recordemos también nuestra historia, para no repetir errores y poder servir mejor a Dios. Recordar nuestro pasado nos ayuda a comprender la forma en la que podemos mejorar nuestra conducta. Nos muestra si hay un patrón para nuestro crecimiento espiritual. Aprenda de las experiencias del pasado para que llegue a ser la clase de persona que Dios quiere que sea.
9.16–21 El que Dios haya continuado con su pueblo nos muestra que su paciencia es sorprendente. A pesar de nuestras fallas, orgullo y tozudez siempre está dispuesto a perdonarnos (9.17) y su Espíritu siempre está listo para instruirnos (9.20). El darnos cuenta del grado del perdón de Dios debe ayudarnos a perdonar a los que nos fallan, hasta «setenta veces siete» si es necesario (Mateo 18.21, 22).
9.28-31 Israel fue devastado por momentos de rebelión y de pecado intensos. Aun así, cuando el pueblo se arrepentía y regresaba a Dios, Él los libraba. Dios no pone límite alguno al número de veces que podemos ir a Él para obtener misericordia, pero para obtenerla debemos ir a Él reconociendo nuestra necesidad y pidiéndole ayuda. Este milagro de gracia debe inspirarnos a decir «¡Cuán clemente y misericordioso eres, Dios!» Si existe un problema o una dificultad recurrente en su vida, continúe pidiendo ayuda a Dios, y esté dispuesto a hacer los cambios de actitud y de conducta que pueden corregir esa dificultad.
9.35 Algunas veces las bendiciones mismas que Dios ha derramado en nosotros hace que nos olvidemos de Él (9.28). A menudo nos vemos tentados a confiar en la riqueza y en la seguridad y no en Dios. Cuando vea lo que le sucedió a los israelitas, observe su propia vida. ¿Las bendiciones que reciben lo hacen estar agradecido y lo acercan a Él o lo hacen sentirse autosuficiente y desmemoriado en cuanto a Dios?
9.36 Los israelitas estaban en la extraña situación de ser esclavos en su propia tierra y tener cada año que dar parte de sus recursos a un rey extranjero. Lo triste es que Dios les había dado la tierra a ellos.
9.38 Esta promesa o pacto entre el pueblo y Dios tenía seis puntos. Acordaron: (1) no casarse con vecinos que no fueran judíos (10.30), (2) observar el día de reposo (10.31), (3) dejar descansar la tierra cada siete años (10.31), (4) pagar una contribución al templo (10.32, 33), (5) suministrar leña para los holocaustos del templo (10.34) y (6) dar primicias al templo (10.35–38). Después de años de decadencia y cautiverio, el pueblo comenzó una vez más a tomar en serio su responsabilidad de seguir a Dios y guardar sus leyes de todo corazón"
(Biblia el diario vivir).