martes, 30 de octubre de 2007


Campaña 100 días de avivamiento, día 45.
Jueces 14:
"He visto en Timnat una mujer de las hijas de los filisteos; os ruego que me la toméis por mujer. 3 Su padre y su madre le dijeron: --¿No hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo nuestro pueblo, para que vayas tú a tomar mujer de los filisteos incircuncisos? Sansón respondió a su padre: --Tómame esta por mujer, porque ella me agrada" (v. 2, 3). Sansón fue uno de los jueces de Israel, elegidos por El Señor para liberar a Su pueblo del yugo de sus enemigos; pero se caracterizó por haber sido muy talentoso, de una gran capacidad para cumplir su misión, tenía una extraordinaria fuerza física dada por Dios; pero al mismo tiempo, por una gran debilidad en su carácter frente a sus propios impulsos. Se acostumbró a dejarse llevar por sus deseos, aunque no estuvieran de acuerdo con los principios y sin importar las consecuencias. Especialmente fue arrastrado por su atracción por las mujeres. A esta filistea la vio y la quería tener, obtuvo lo que quiso sin importar si estaba bien. El Señor se valió de esto para cumplir sus propósitos, pero Sansón no entendió que no sólo es importante hacer la voluntad de Dios, sino también, hacerla "a la manera de Dios". Las tradiciones sobre Sansón, por lo general breves y anecdóticas, reflejan el antagonismo de los israelitas hacia los que fueron sus enemigos desde el principio. "Sansón, el protagonista de estos relatos, se convirtió en un héroe popular israelita, no por sus cualidades o virtudes morales, sino porque luchó contra los filisteos y estos no pudieron vencerlo ni siquiera cuando muere" (http://www.biblegateway.com).
Todos tenemos una misión y un llamado de parte del Señor, y para cumplirlos Él nos ha dotado con capacidades naturales, talentos y dones espirituales para hacer grandes cosas. Pero las habilidades no son suficientes para cumplir el plan perfecto de Dios, y desarrollar todo nuestro potencial. Es más importante aún, que nuestro carácter se fortalezca para vencer en nuestra lucha personal con nuestras debilidades y con las tentaciones; permitiendo que El Señor haga Su obra en nosotros primero y después si, por medio de nosotros. El método para lograrlo son las disciplinas espirituales, físicas e intelectuales que podemos y debemos desarrollar: ejercicio físico, estudio, oración, lectura, etc. La palabra de Dios nos llama a "esforzarnos y ser valientes" en nuestra manera de vivir, para crecer y alcanzar aquello para lo que hemos nacido.

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