martes, 1 de mayo de 2007

1 Samuel 31:
Un rey que había sido elegido por Dios para gobernar a Su pueblo y sus hijos, que debían haber heredado el trono; murieron el mismo día derrotados por sus enemigos. El plan de Dios era muy diferente. Él quería que Saúl lo conociera y le sirviera, y había prometido estar con él y respaldarlo. Realmente podemos arruinar nuestras vidas, la de nuestros hijos e incluso arruinar toda una generación. Pero también podemos hacer lo contrario: ser fieles a Dios y vivir la plenitud que Él tiene para nosotros. Si nos negamos a cumplir el propósito de Dios, Él elegirá a alguien que sí lo quiera cumplir, como lo hizo David. El nos da la opción pero es nuestra la decisión.
31.3, 4 Saúl era alto, atractivo, fuerte, rico y poderoso. Pero todo esto no fue suficiente para hacerlo alguien digno de imitar. Era físicamente alto, pero pequeño ante los ojos de Dios. Era atractivo, pero su pecado lo hizo horrible. Era fuerte, pero su falta de fe lo hizo débil. Era rico, pero espiritualmente estaba en bancarrota. Podía dar órdenes a muchos, pero no les pudo ordenar que le respetaran ni le fueran leales. Saúl tenía muy buena apariencia externa, pero la interna estaba en decadencia. Una buena relación con Dios y un carácter firme son mucho más valiosos que una buena apariencia externa.
31.3, 4 El escudero de Saúl se enfrentó a un dilema moral: ¿Debía cumplir una orden pecaminosa que provenía de un hombre que se suponía debía obedecer? Sabía que debía obedecer a su señor, el rey, pero también sabía que el asesinato era pecado. Decidió no matar a Saúl.
Existe una diferencia entre seguir una orden con la que no está de acuerdo y seguir una que sabe que es pecado. Nunca es bueno ni ético llevar a cabo una mala acción, sin importar quién dé la orden ni cuáles sean las consecuencias por la desobediencia. ¿Qué es lo que conforma su decisión cuando se enfrenta a un dilema moral? Tenga el valor de cumplir la ley de Dios por encima de las órdenes humanas.
31.4 Saúl se enfrentó a la muerte de la misma manera que se había enfrentado a la vida. Tomó los asuntos en sus manos sin pensar en Dios ni pedirle su dirección. Si nuestra vida no es como la deseamos, no podemos suponer que vendrá un cambio con mayor facilidad en el futuro. Cuando estemos cerca de la muerte, responderemos a Dios de la misma manera que le respondimos en todo este tiempo. Vernos cara a cara con la muerte solo nos muestra lo que en verdad somos. ¿Cómo quisiera enfrentarse a la muerte? Comience ahora mismo a enfrentar la vida de esta manera.
31.10 El hecho de poner la armadura de Saúl en un templo filisteo dio crédito a la diosa pagana por la victoria sobre Saúl. Astoret era la diosa de la fertilidad y del sexo. Bet-sán era una ciudad en una de las laderas al este del monte Gilboa, con vista al valle del Jordán.
31.13 Considere la diferencia entre el último juez de Israel y su primer rey. Saúl, el rey, se caracterizó por su inseguridad, desobediencia y obstinación. No tenía un corazón para Dios. Samuel, el juez, se caracterizó por su firmeza, obediencia y un profundo deseo de hacer la voluntad de Dios. Tenía un deseo genuino por Dios.
Cuando Dios llamó a Samuel, dijo: «Habla, porque tu siervo oye» (3.9). Sin embargo, cuando Dios llamó a Saúl a través de Samuel, aquel replicó: «¿Por qué, pues, me has dicho cosa semejante?» (9.21). Saúl se dedicó a sí mismo, Samuel se dedicó a Dios.
31.13 La muerte de Saúl fue también la muerte de un ideal. Israel ya dejaría de creer en que sus problemas se resolverían con tener un rey como las demás naciones. El problema real no era la forma de gobierno, sino el rey pecador. Saúl trató de agradar a Dios con arrebatos de religiosidad, pero la espiritualidad verdadera requiere de toda una vida de constante obediencia.
Las vidas espirituales heroicas se construyen al acumular días de obediencia uno sobre otro. Como un ladrillo, cada acto de obediencia es pequeño por sí mismo, pero con el tiempo los actos se acopian y una enorme pared de carácter sólido se construye: gran defensa contra la tentación. Cada día debemos trabajar para lograr una obediencia constante.

Barton, Dr. Bruce B., Editore, Biblia del Diario Vivir, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1996.

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