miércoles, 2 de mayo de 2007

2 Samuel 1:
¡Ha perecido la gloria de Israel sobre tus alturas!
Cómo han caído los valientes!¡ (v. 19)
...Porque allí fue desechado el escudo de los valientes,
El escudo de Saúl, como si no hubiera sido ungido con aceite (v. 21).
Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.
Un amalecita vino a contarle a David sobre la derrota y la muerte de Saúl y sus hijos. Mintió, le añadió a la verdad atribuyéndose la muerte de Saúl, tal vez esperando ser recompensado por David quien sería el sucesor en el trono. Pero no fue así; David no se alegró, ni celebró la muerte de Saúl, demostrando así que no anhelaba un puesto, un título o una posición. Sinceramente amaba a Saúl, lo respetaba y lamentó su pérdida. De una manera hermosa, por demás poética; endechó a Saúl, a Jonatán y al ejército de Israel. De Saúl dice "como si no hubiera sido ungido con aceite", porque haber sido ungido con aceite significaba haber sido elegido por Dios, consagrado para Su servicio, y no tenía por qué terminar así. Pero Saúl dejó al Señor, lo desobedeció, no corrigió su camino al ser amonestado y terminó su vida "como si no hubiera sido ungido con aceite". Nosotros hemos sido ungido con aceite, si es que hemos recibido al Señor Jesús en nuestro corazón. El aceite simboliza Su Santo Espíritu, que por Su gracia y amor han sido derramados sobre nosotros para le sirvamos y vivamos para Él. No tenemos por que terminar como Saúl, pero depende de nosotros, de nuestra obediencia a Dios, de nuestra vida entregada a Aquel que nos amó, nos eligió y nos ungió con Su Espíritu.
Alguien menos santo se hubiera regocijado de la muerte del enemigo, pero David era un hombre conforme al corazón de Dios y sintió profundamente la tragedia del pecado de Saúl. Por supuesto, Jonatán, el querido amigo de David también había muerto; el pecado de un padre desobediente trajo juicio sobre gente inocente. En nuestro estudio de 1 Samuel ya hemos notado las lecciones de la muerte de Saúl, pero sería provechoso considerar algunos otros detalles.
Nótese que un amalecita trajo las noticias y se adjudicó de que al final quitó la vida a Saúl. Si Saúl hubiera obedecido a Dios en 1 Samuel 15 y matado a todos los amalecitas, esto no hubiera ocurrido. El pecado que no eliminamos es el que nos eliminará. Véase Deuteronomio 25.17–19.
La lamentación de David es conmovedora; véase Proverbios 24.17. Este «Canto del arco» [como algunos le llaman] se conecta con el uso que Jonatán hizo del arco (1 S 20.20ss). No hay palabras desagradables acerca de Saúl en este canto. La principal preocupación de David era que al ungido del Señor dieron muerte y la gloria del Señor se había reducido. Estaba ansioso de que el enemigo no salvo no se regocijara por la victoria. «¡Cómo han caído los valientes!» es su tema (vv. 19.25, 27). En 1 Samuel 10.23 Saúl «era más alto» que todos los demás hombres, ¡pero ahora había caído más bajo que el enemigo!
Wiersbe, Warren W., Bosquejos Expositivos de la Biblia, AT y NT, (Nashville, TN: Editorial Caribe Inc.) 2000, c1995.

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